El protocolo de Kioto y las falsedades de Blasco
Es sobradamente conocida la permanente labor propagandística que realiza el conseller Rafael Blasco, utilizando el departamento de prensa de su conselleria. Ningún problema por afrontar, ningún obstáculo en la gestión, menos todavía fracasos. Siempre avanzando en marcha triunfal. Tanto, que nos hace recordar aquel machacón ¡España va bien! del anterior inquilino de la Moncloa. Nuestro país, su comunidad, avanza en vanguardia del desarrollo sostenible europeo y mundial en medio del general asombro.
Una de las últimas perlas informativas del conseller ha tenido como objeto el Protocolo de Kioto y el peligroso cambio del clima que este acuerdo internacional intenta, con no pocas dificultades y limitaciones, mitigar, y respecto del cual, lo diga Blasco o el Papa de Roma, el País Valenciano está instalado en una peligrosa espiral de insostenibilidad.
En total hablaríamos de 30 millones de toneladas. El ahorro en sectores del PNA es de sólo un 1,2%
Las emisiones de España han crecido desde 1990 un 52,8% y las del País Valenciano un 76,5%
Vayamos por partes. En la propaganda oficial, que no información, nunca encontramos un estudio científicamente avalado, un enfoque de los numerosos prismas que hay que contemplar para evaluar nuestra evolución en la emisión de GEI (Gases de Efecto Invernadero). Solo valoraciones parciales sacadas de contexto y convenientemente manipuladas para vender su infalible política medioambiental. Así nos dice que "(...) las emisiones de CO2 en la Comunidad suponen 6,7 toneladas por habitante, lo que sitúa a nuestra comunidad 28 puntos por debajo de la media estatal y 38 por debajo de la UE". ¿Y qué?
Suponemos que el señor conseller no ignora que sacar conclusiones del comportamiento de una región apoyándose exclusivamente en las emisiones per cápita representa una grave distorsión y manipulación de la realidad, y Blasco no utiliza otro dato de los muchos existentes. Es necesario recordarle que lo que determinó cuál sería en el futuro el grado de cumplimiento o no del Protocolo de Kioto se estableció en el año 1990 para todos los estados, pero no para las regiones que los pudieran integrar como es el caso del estado español y las comunidades autónomas. Por lo tanto, nuestro porcentaje de partida era el que teníamos en 1990 (99,97%) y nada tenía que ver con las emisiones per cápita, ni de entonces ni de ahora.
Por ejemplo, existen comunidades autónomas como Asturias con poca población y muchas centrales térmicas, algunas todavía de carbón. ¿Significa eso que son los únicos responsables de sus emisiones? Pues no, ya que la energía que producen se consume sobretodo en el resto del territorio del estado, aunque las emisiones se las apunten a ellos. Por lo tanto, nuestro grado de emisiones se debe a nuestra estructura productiva muy diferente de la de otros, ya que tenemos menos centrales térmicas y un patrón de consumo de energía eléctrica claramente importador, pero en cambio, un sector del transporte que destaca claramente en crecimiento de emisiones encabezando el ranking de las CC AA y un sector industrial cerámico altamente consumidor de energía debido a las características de su propio proceso productivo. Generamos emisiones que no se nos anotan y ahorramos, en todo caso, las emisiones que no genera la Central Nuclear de Cofrentes. Pero esta instalación es responsable de otra serie de gravísimos problemas que no son objeto de análisis aquí.
En consecuencia, con los datos disponibles (datos oficiales de 2004 y los informes de 2004 por CC AA y 2005, CC OO Santamarta-Nieto), España ha crecido en emisiones de GEI desde 1990 hasta 2005 el 52,88% y el País Valenciano un 76,50% aproximadamente, situándose respectivamente ambos índices en 152,88% y 176,50% cuando el límite de crecimiento de emisiones lo teníamos establecido en un 15%. Es decir que 115% era el tope de crecimiento que delimitaba el cumplimiento o no del Protocolo de Kioto. Esta es la cruda realidad. Nada por tanto de que hemos reducido un 28% con respecto a España y un 38% con respecto a la UE. Nada de que "la comunidad está cumpliendo con eficacia los principios establecidos en el Protocolo de Kioto". Nada de que "(...) estos datos ponen de manifiesto la posición de vanguardia de la Comunidad". Solo, pura propaganda y manipulación para incautos, utilizando además, para variar, los recursos y el dinero público. Desfachatez añadida al exigirle a la ministra Narbona "(...) un reconocimiento explícito del esfuerzo de la Generalitat en aplicar los criterios del desarrollo sostenible". Cuando se coopera y las cosas se hacen bien el reconocimiento viene solo, no hay que exigirlo continuamente como hace la administración valenciana del PP con Blasco de abanderado.
El otro dato cumbre para el conseller, lo constituyen las 376.570 toneladas de CO2 que, según él, hemos dejado de emitir. Seremos sintéticos para poner claridad en esta afirmación y a cada cual en su sitio.
En primer lugar, según el Plan Nacional de Asignación de Derechos de Emisión (PNA) nuestros sectores industriales afectados disponían de una asignación gratuita de 9.285.099 toneladas de CO2 para el año 2005. Pues bien, en esta cifra no se encuentran todas las emisiones ni todos los sectores emisores de GEI. Falta por ejemplo el sector químico, pero también faltan otros (que no forman parte del PNA) como el agrícola, el pesquero, los servicios, el doméstico y el transporte, que por sí solo es responsable del 34% de las emisiones y que juntos suman alrededor de 22 millones de toneladas equivalentes de CO2. En total estaríamos hablando de 30.894.467 toneladas para 2005. ¿En qué se quedan pues las 376.570 toneladas? En nada. Apenas un 1,2%.
En segundo lugar hay que considerar que en la negociación del PNA con el ministerio, sobre todo el sector cerámico, consiguió incrementar la cuota gratuita que inicialmente estaba en algo más de 8 millones de toneladas de CO2. Aquí radica la débil reducción que Blasco magnifica hasta el ridículo, ya que estas emisiones, comparadas con el total de emisiones brutas (más de 30 millones de toneladas) representan apenas los decimales del problema. Así que nada de reducciones y menos todavía de cumplimiento del Protocolo de Kioto. Y todo ello antes de conocer el dato definitivo de 2005 que, ya avanzamos, incrementará sustancialmente el de 2004.
Por último, es necesario resaltar que el gobierno valenciano está incumpliendo de manera reiterada el Pavace (Plan Valenciano por la Competitividad y el Empleo) firmado con los sindicatos en septiembre de 2005 al no reunir la Mesa para el Seguimiento del Protocolo de Kioto, que habría de poner blanco sobre negro las insuficiencias que padecemos y las estrategias e iniciativas que entre el gobierno y los agentes sociales hemos de acordar para el cumplimiento del Protocolo.
En conclusión, mientras el conseller Blasco continúa instalado en el autobombo y la propaganda, en el País Valenciano caminamos por el borde del abismo ambiental empujados por un pernicioso viento político que sopla desde hace demasiado tiempo y que no cumple la primera condición para modificar las situaciones adversas y esta lo es mucho: admitir, desde la modestia, que existen para intentar modificarlas y hacerlo cumpliendo los acuerdos firmados con la participación de las organizaciones sociales. Pero Blasco no dispone de esta cualidad en su ADN.
Joan Martínez y Antoni Montesinos. Secretaria de Medi Ambient i Salut Laboral de CC OO-PV.
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