El drama iraquí
Contemplo horrorizado las imágenes de televisión sobre el último atentado (por reciente) en Bagdad, con 19 muertos, del día 19 de mayo. Ya es que ni avisan para "no herir la sensibilidad del espectador" y nos sorprenden comiendo mientras vemos los telediarios. Quizá haya países en los que esas cosas las vean más distantes; pero quienes, como en España, las hemos sufrido tan de cerca tenemos la sensibilidad más a flor de piel, y ver esos cuerpos destrozados, esos charcos de sangre en la calle y amigos o familiares abrazados a los cadáveres dándose golpes en la cabeza, no se puede vivir con frialdad ni distanciamiento.
¿Qué es lo que está pasando en Irak? Sadam ya hace tiempo que fue derrocado. Se están produciendo encarnizados enfrentamientos entre suníes y chiíes, y entre ambos contra los ejércitos extranjeros, que no son vistos por la mayoría de la población como de ayuda o salvamento, precisamente. Y, mientras tanto, la gente se encuentra desatendida en lo más básico: alimentos, escuelas, hospitales, etcétera, en donde los más débiles son, como siempre en estas situaciones, los más perjudicados.
Ese sinsentido que supuso la intervención en Irak, cargada de mentiras sobre armas de destrucción masiva y lucha contra el terror, en la que se nos involucró a varios países, debe terminar más bien antes que tarde, ya que el odio que provocan las guerras produce una espiral de violencia que no beneficia a nadie.
Supongo que el mando estratégico estadounidense ya debe tener claro que los planteamientos iniciales sobre una hipotética y rápida victoria y sus beneficios no se han producido, más bien al contrario, y los planes B ya deben de estar sobrepasados. Así que ya va siendo hora de no hacer ninguna huida hacia delante, como sería atacar a Irán, de replegar velas, de intentar no perjudicar más a aquel país y de que se pongan de acuerdo muchas naciones para dotar económicamente las ayudas para la recuperación del pueblo iraquí. A partir de ahí, que ellos decidan cómo se quieren administrar, que para eso es su país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.