50 países reunidos por el taekwondo
La Universitat de València acoge el campeonato del mundo del arte marcial
Universitarios de Benín, Brasil, China, Corea, EE UU, Finlandia, Mongolia, Rusia, Tailandia... así hasta cerca de 50 países, se han dado cita en el IX Campeonato del Mundo Universitario de Taekwondo, que la Universitat de València organizó entre el 16 y el 20 de mayo. A los cerca de 400 participantes de todo el mundo, hay que añadir el centenar de universitarios que han querido vivir esta experiencia de primera mano.
El brasileño José Luiz Marqués, Erasmus de la Universitat el curso pasado, vino de París, exclusivamente para colaborar como voluntario en la sección de prensa. Quería revivir el ambiente del Campeonato de España Universitario de vela del año anterior; aquí encontró mucho más: a sus compatriotas, otras culturas y costumbres y, sobre todo, a muchos universitarios a los que como a él, fascinaba aprender todas estas cosas. El alemán Daniel Bohlmann se dedicó a acompañar a Corea, la recién campeona mundial. No eligió el país y ha quedado encantado. "Ya los echo de menos", reconoce afónico por animar a su equipo. "Ellos no gritaban, es su cultura", explica. Enfundado en la camiseta del equipo, en lugar de la naranja que distingue al voluntariado, señala que esta experiencia le ha cambiado su visión sobre el país. "Me han ofrecido sus casas", algo que se repite con todos los voluntarios consultados que hacían de acompañantes.
A Víctor Iranzo le tocó Irán, el actual subcampeón mundial. "Es inevitable tener prejuicios cuando te asignan un país como este, la competición me ha servido para eliminarlos". Ha estado en sus apartamentos donde ha podido ver cómo oraban y degustar algunas comidas típicas, como arroz iraní, pescado y carne halal en conserva, y muchos dátiles. Y la técnica del equipo. A las chicas iraníes no las puede entrenar ningún hombre, y en el equipo se perciben las marcas de la república islámica: ellas compiten con velo y todos pasan por debajo del Corán antes de salir al tapiz. También antes y después del combate dan gracias a Dios. Iranzo destaca que en las gradas se sentaban junto a EE UU, con los que no había ninguna rivalidad. "Políticamente este combate podría ser interesante, nosotros nos llevamos bien, nos conocemos de otros campeonatos", señalaban algunos competidores.
Para el ucranio Valeriy Metskan acompañar a su país suponía la oportunidad de rencontrarse con sus paisanos, "ayudarles" y ver el nivel de ese deporte allí, pues él lo práctica desde que vive en España hace más de seis años. Pero además, ha hecho muchos amigos entre los voluntarios: "Comíamos juntos, desayunábamos juntos, nos ayudábamos. Claro, repetiría encantado".
Juan Francisco Borja también se acercó al campeonato para volver a ver a marfileños. El año pasado conoció a muchos en su estancia como Erasmus en Ginebra. Finalmente, no vinieron por un problema con los visados, pero estuvo con otras delegaciones. Su novia acompañó a México. "Hubo un ambiente muy humano, son todos universitarios". Subraya que en la fiesta del último día se respiraba hermandad entre todos los países. Por supuesto ha cambiado la camiseta del voluntariado por pines y sombreros mexicanos.
Ángel Narro estudiante de filología Clásica, acompañó a Kazajstán. "Les encanta nuestra gastronomía y tienen una disciplina que me sorprendió", señala de una experiencia inolvidable que le ha permitido aprender de esta ex república soviética.
Un entrenador cubano con la selección guatemalteca; un coreano a cargo de Japón... toda esta fusión y crisol de culturas se percibe en el deporte universitario a más alto nivel.
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