"Gane quien gane, seguiremos juntos"
La alta afluencia a las urnas y el ambiente pacífico marcaron la consulta popular
En Cetinje, el feudo de los nacionalistas de Montenegro, había ayer hambre de urna. El colegio de la calle principal abrió a las ocho de la mañana, como los otros 1.120 repartidos por todo el Estado, pero dos horas después ya habían ido a votar el 82% de los más de 500 electores censados. "Hemos esperado mucho tiempo, pero por fin hoy recuperaremos la independencia", explica Goran, de 28 años, que exhibe su euforia mientras espera turno. Acaba de cruzarse con Banovic, de 45, quien llegó a Cetinje el jueves procedente de Toronto, donde vive, sólo para votar: "Es un día muy importante para nuestro país, no podía perdérmelo".
Los nacionalistas llevan días sintiéndose vencedores. Ondeaban a cada momento la nueva bandera montenegrina -la misma que hasta 1918 enarboló el rey Nicolás, el último del Montenegro independiente y ahora fuente de inspiración del renacido nacionalismo- y celebraban la victoria antes de que cerraran las urnas, como si ya fuera un hecho inexorable. Los serbios, que representan el 32% de los 670.000 habitantes de este Estado asociado a Serbia y son el grueso que defiende mantener la federación, se muestran en general mucho más comedidos. Y aunque llevaban menos banderas por la calle, ayer también fueron en masa a las urnas: en Grbalj, una agrupación de poblados de mayoría serbia entre Budva y Kotor, al suroeste, la participación a mediodía superaba ya el 50% del censo.
"Nuestro centro de gravedad es Serbia y ahí están nuestros lazos; cortarlos sería un error", se explayaba Alexandar, estudiante de 21 años, poco después de votar. Y añadía: "Estoy convencido de que gane quien gane no va a pasar nada grave". Salvo incidentes aislados, la jornada del referéndum transcurrió con normalidad.
"Gane quien gane, mañana respetaremos los resultados, nos felicitaremos y seguiremos viviendo juntos", afirman al mismo tiempo Dusko y Petar Ivanovic, de 24 y 26 años, respectivamente. Son primos en campos opuestos: el primero quiere la continuidad de la unión, mientras que el segundo defiende con pasión la independencia.
Los Ivanovic viven en Budva, la joya turística montenegrina en el Adriático, en la misma calle, que no por casualidad se llama Ivanovic: allí viven unos 200 familiares. En casi todas las viviendas de la calle -unas 40- habita al menos un Ivanovic, una especie de agrupación familiar muy común en la zona. Los Ivanovic votaron ayer completamente divididos: "Estamos el 50% a favor de la independencia y el otro 50% en contra; tratamos de hablar lo mínimo sobre ello para no pelearnos", coinciden ambos primos. También en su extensa familia, la participación fue masiva.
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