El regreso del barbudo
Los tres quebrantahuesos liberados en Cazorla volarán en junio
Hace poco más de una semana técnicos de la Consejería de Medio Ambiente procedían a la suelta, controlada, de los tres primeros pollos de quebrantahuesos con los que se inicia la última fase del programa de reintroducción de esta especie en Andalucía. Libertad, Faust y Tono, con unos 100 días de edad, reposan ahora en una amplia oquedad que se abre en un risco, de difícil acceso, situado en terrenos del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas (Jaén).
Si el delicado proceso de adaptación y crecimiento transcurre con normalidad, los tres pollos iniciarán sus primeros vuelos a comienzos del próximo mes de junio. Mientras tanto, estarán sometidos a vigilancia, mediante cámaras de video que emiten su señal a un campamento cercano, las 24 horas del día, y también recibirán la periódica visita de los cuidadores que se encargarán de su alimentación.
Este procedimiento, que tiene su origen en la cetrería, se ha usado ya en otros programas de reintroducción de rapaces y se conoce como hacking. Se trata de un sistema de cría seminatural en el que los pollos reciben alimento sin advertir la presencia de los humanos, de manera que se garantiza su óptimo crecimiento hasta los primeros vuelos, se neutraliza cualquier peligro inesperado y también se refuerza su fijación en el territorio, ya que estas aves tienden a instalarse en el mismo lugar en el que han nacido o han sido liberadas, de manera que mediante este método se favorece el que, una vez alcanzada la madurez sexual, permanezcan en estas sierras jiennenses.
La reintroducción llega cuando se cumplen 20 años de la desaparición del último quebrantahuesos andaluz, al que se vio volar, en estas mismas sierras, entre 1985 y 1987. Aquél era, posiblemente, el único superviviente de una reducida población de cinco parejas que habían sido censadas en estos parajes a mediados de los años cincuenta. Con su desaparición la especie se consideró extinguida en la comunidad autónoma, a pesar de algunas observaciones esporádicas de aves errantes.
Si la naturaleza se dio por vencida ante el acoso humano, la voluntad política, que ha hecho posible el mantenimiento del plan de reintroducción a lo largo de varias legislaturas, y la excelencia científica y técnica de los muchos especialistas que han desarrollado la iniciativa, se han combinado para hacer posible que el buitre más singular de nuestra fauna regrese a los cielos del sur peninsular.
Todo comenzó a mediados de los años noventa, cuando la Consejería de Medio Ambiente diseñó el plan de reintroducción, que se basaba en los planteamientos científicos elaborados por especialistas de la Estación Biológica de Doñana (EBD). En 1996 se puso en marcha el Centro de Cría en Cautividad Guadalentín, y cuatro años después nacía la Fundación Gypaetus, encargada de sumar todos los esfuerzos, públicos y privados, necesarios para llevar a buen fin este empeño. Una de las piezas fundamentales de este complejo entramado fue el acuerdo suscrito con la Foundation for the Conservation of the Bearded Vulture, con sede en Viena, que ha facilitado la cesión de ejemplares, procedentes de distintos países europeos, con los que ir constituyendo el núcleo reproductor que hoy se mantiene en Guadalentín.
De acuerdo a los criterios que establecieron en su día los investigadores de la EBD, una vez consolidado el núcleo reproductor e iniciado el proceso de reintroducción, pueden ir liberándose quebrantahuesos a razón de dos o tres individuos por año, hasta alcanzar las 13-15 parejas, cifra que se estima puede soportar el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas.
sandoval@arrakis.es
Pendientes del veneno
El quebrantahuesos es un buitre de gran tamaño (llega a alcanzar una envergadura de hasta tres metros). Su nombre común procede de la depurada técnica que utiliza, arrojando los huesos contra roquedos para partirlos y poder así ingerir la médula. Su nombre científico (Gypaetus barbatus) hace referencia al curioso plumaje que adorna su cabeza, aparentando una elegante barba.
En las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas la especie pasó prácticamente desapercibida hasta 1951, cuando se producen las primeras observaciones científicas. A finales de esa década se calcula que son cinco las parejas reproductoras que habitan en terrenos del Coto Nacional. Los responsables de esos terrenos dedicados a la caza acusan al quebrantahuesos de arrebatar las crías de cabra montés a las águilas reales, con lo que éstas aumentaban su presión sobre las especies cinegéticas.
La solución pasa por eliminar a las dos rapaces, premiando con 200 pesetas cada ejemplar abatido. En este desigual combate valían disparos, cepos y cebos envenenados. Precisamente, los cebos envenenados vuelven ahora a ser uno de los principales escollos que habrá de sortear el plan de reintroducción. Los mayores esfuerzos de la Consejería de Medio Ambiente y la Fundación Gypaetus se concentran en neutralizar esta amenaza.
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