"El plan del Gobierno reconoce el carácter político de las víctimas"
Txema Urkijo (Llodio 1961) ha hecho un rápido viaje de salida y vuelta al Gobierno, desde la dirección de Derechos Humanos a la de Víctimas del Terrorismo. Convertido, ahora oficialmente, en mano derecha de Maixabel Lasa, Urkijo defiende y pide una oportunidad para el plan de Paz y Convivencia de Ibarretxe, aunque separa lo que se refiere a las víctimas del terrorismo de los otros aspectos "cuya ejecución no nos corresponde", se desmarca en la primera entrevista que concede desde su vuelta.
Pregunta. ¿Cómo hay que interpretar su marcha del departamento de Azkarraga y su incorporación al de Balza?
Respuesta. No fue por mis eventuales discrepancias con el consejero Azkarraga. Desde Derechos Humanos no podía dedicarme sólo en las víctimas del terrorismo porque esa dirección debe abordar más cuestiones y yo quería centrar mi aportación en las víctimas, porque me parece lo prioritario ahora.
"Me fui de la dirección de Derechos Humanos del departamento de Azkarraga porque quería centrarme en las víctimas del terrorismo"
"El Gobierno asume con el plan la reclamación de memoria, dignidad y reconocimiento del daño causado que las víctimas sostienen"
P. La idea de que Maixabel Lasa y usted sirvieron para parapetar al Gobierno de críticas está extendida. ¿Han tenido ese sentimiento ustedes mismos?
R. Por lo menos lo hemos percibido, porque se nos ha repetido con insistencia machacona, pero quienes se han beneficiado directamente de nuestra labor han sido las víctimas y eso es lo que cuenta, al margen de que alguien se haya beneficiado colateralmente en términos políticos.
P. Covite llegó a a retirarles la confianza.
R. Sin embargo, nosotros nunca la perdimos en ellos ni en una colaboración estrecha. Aspiramos a que entiendan que el objetivo nuestro, y del Gobierno, no es el protagonismo, sino ejecutar las políticas que entendemos positivas para las víctimas y la sociedad en general.
P. ¿Se han reconducido y recuperado esas relaciones?
R. Nuestra premisa es que nada que quiera hacer el Gobierno tiene sentido sin la participación de las víctimas. Las medidas acordadas por el Parlamento y ahora asumidas en el Plan de Paz y Convivencia precisan de ellas. La relación existe y queremos convertirla en colaboración, estamos en un proceso de recuperación de confianza, que se afianzará cuando pongamos sobre la mesa hechos además de palabras.
P. ¿Por qué están tan aprensivas las víctimas ante la etapa abierta con el alto el fuego?
R. No están tan refractarias. Hay diversidad de reacciones, porque eso es muy personal. Hemos pulsado el ánimo de muchas y no domina el escepticismo, sino la esperanza, tocada de tristeza por los ausentes.
P. ¿Qué hay que hacer para derribar sus prevenciones?
R. Obras. Que además de decir que queremos hacer, hagamos. La clave con Covite es cumplir los acuerdos de 2003.
P. Las medidas del plan son las ya aprobadas en el Parlamento entonces. ¿Qué hay de nuevo en él?
R. Lo que aporta es claridad, contundencia y decisión en el discurso teórico sobre las víctimas del terrorismo. Con él, el Gobierno asume sin ningún género de duda la reivindicación de memoria, dignidad y reconocimiento del daño causado que sostienen las víctimas y su condición política. Esto, y su traducción práctica, es muy importante.
P. Los foros y actos municipales tambien estaban ya en la declaración de Eudel de 2002 y nunca más se supo.
R. Se han hecho cosas. En Bilbao, San Sebastián, Portugalete, BaraKaldo, Ermua...
P. Hay 250 ayuntamientos y le han venido a la cabeza cinco. ¿Será esta vez la buena?.
R. Somos muy conscientes del déficit y la insuficiencia de lo hecho y por eso pedimos más implicación a los partidos. En la ponencia oímos muy buenas palabras. No sé si ésta será la buena, pero vamos a persuadir y presionar para ello.
P. ¿Por qué se eliminó el término reconciliación que quería el lehendakari?
R. Porque esa palabra remite a una decisión individual e intransferible de quien es víctima y ahí un Gobierno no puede imponer acciones ni ritmos.
P. PSE y PP no admiten el debate del plan como un todo.
R. No sé cómo tiene que ser el debate parlamentario. El plan enumera distintas problemáticas, pero eso no implica equidistancia o trascendencia igual, ni lo hace inservible como instrumento para las víctimas. Su ejecución va a ser fragmentada. El tratamiento común sólo está en la presentación, luego será diferenciado. No discuto que este asunto tenga importancia, pero espero que la crítica a la estructura del documento no lo contamine hasta invalidar su contenido.
P. La jornada de reconocimiento y perdón: ¿Está cambiando la actitud de las víctimas o nunca se hará con Ibarretxe porque no le perdonan?
R. Es que no hablamos de Ibarretxe, él simplemente expresaría la contricción de la sociedad en su conjunto. Si alguien piensa que el lehendakari se beneficia políticamente de eso, interpreta mal.
P. El abordaje simultáneo de tortura, presos, víctimas del franquismo, cierre de periódicos, ley de partidos... ¿No herirá a las víctimas de ETA?
R. Yo sólo doy cuenta de las medidas cuya ejecución depende de la dirección de víctimas. No pongamos el énfasis en la simultaneidad, es más cuestión de intensidades. Con el tiempo se verá dónde van los acentos y cómo se gradúa la intervención. Ahí veremos la voluntad real del Gobierno.
P. Algunos ya están dados, como las ayudas a los familiares de presos, que no han recibido quienes también se han desplazado para ver a sus parientes que se fueron amenazados, o quienes, por ejemplo, han alquilado residencias secundarias para poder prescindir de la escolta al menos el fin de semana.
R. Arrastramos inercias y déficits. Lo que pido es un plazo razonable de tiempo para ver qué significa simultaneidad y prioridades. Aunque entiendo la crítica, me parece prematura.
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