Y ésta es mi gente
La tele es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente. Y tierra, paisaje contado por la gente. Ahora que ya desapareció -desapareció el domingo- uno de los mejores programas de los últimos tiempos -Ésta es mi tierra, La 2- ya podemos saber qué quiere decir aquella frase famosa de Lewis Carroll sobre el color de la luz de una vela cuando está apagada. Se apaga Ésta es mi tierra y es ahora cuando nos damos cuenta de la luz que ha proyectado. Luz, además, que está en sus propios programas, cuidados con el esmero imprescindible para hacer de la televisión una obra de arte. Los últimos episodios han mostrado, por otra parte, dos modos de ver la tierra: los americanos -Bryce, Galeano- se han fijado más en los países -Perú, Uruguay- y los españoles -Andrés Trapiello, Luisa Castro- han retratado más a su gente en la Sierra de los Lagares de Cáceres, el río Torío en León o el Rastro de Madrid, en el caso de Trapiello; y, en el caso de Luisa Castro, su ojo literario se fijó sobre todo en Foz y en sus padres, después de una excursión que desde Santiago le llevó a rendir homenaje a Álvaro Cunqueiro en Mondoñedo.
Ésta es mi tierra ha sido durante 25 años un programa sobre la luz de la tierra cuando la gente -los escritores- la miran, y este episodio de clausura fue un ejemplo de esa obsesión y de ese cuidado. Que La 2 lo haya emitido sin hacernos partícipes de la nostalgia que nos deja es un desdén que no he llegado a comprender. Antes de que la melancolía tomara esta forma vi la nueva serie de Cuatro, Matrimonio con hijos. Ginés García Millán, Lilian Caro, Elena de Frutos, Daniel Retuerta, dirigidos por Ricardo Álvarez Solla: un matrimonio que ya lleva casado 17 años muestra que hay un momento en que ya "cariño" es tan sólo el perro. El humor está acentuado por las risas en lata, y por cierto surrealismo que promete. Gente junta diciéndose barbaridades: la vida misma.
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