Historias de calado social en la gran pantalla
La I Mostra de Documental Universitari Europeu distingue a dos directores italianos
Alicante
La vida en una calle polaca que está a punto de desaparecer amenazada por la construcción de una autovía, el significado de los tatuajes en la piel de las mujeres kurdas, las peripecias de un violinista gitano de origen búlgaro por las calles de Barcelona o la importancia de un teléfono en un centro de refugiados de Eslovaquia son algunos de los temas que han inspirado los documentales que se estrenaron la semana pasada en la I Mostra de Documental Universitari Europeu d'Alacant. Se presentaron 35 documentales procedentes de diversas universidades europeas, de los que se seleccionaron ocho para su proyección y concurso. Para poder participar los proyectos debían estar relacionados con alguna universidad, abordar temas sociales y tener una duración mínima de 20 minutos y máxima de 120 minutos.
El documental Inatesso, de Domenico Distilo, se alzó con el Premio del Comité Científico de Mostrari, que está dotado con 3.000 euros; mientras que Ojos negros, de Maximiliano Vana, fue merecedor del Premio del Público, que consiste en 2.000 euros. La cinta seleccionada, Inatteso (Inesperado) narra las azarosas vidas y difícil situación de los solicitantes de asilo político en Italia. Su autor, Domenico Distilo, parte desde Roma, donde una gran comunidad de emigrantes vive cerca de la estación de tren de Tiburtina, y recorre otros puntos de la península itálica para dar a conocer los lugares donde sobreviven los refugiados. Esta película documental fue realizada como ejercicio final de los estudios de su autor en el Centro Sperimentale di Cinematografia (Roma). Ojos negros, la película ganadora del Premio del Público es una producción de la Escuela Observatorio de Cine de Barcelona, y en ella se narra la lucha por la subsistencia de un violinista búlgaro en la capital catalana. El director, Massimiliano Vana, napolitano de 28 años, explica que todo surgió en Barcelona donde conoció en la calle a unos violinistas gitanos de origen búlgaro procedentes del barrio de la Esperanza y que cada tres meses, al carecer de papeles, tienen que realizar un viaje en autobús a su país. "Cada uno de ellos es un genio, me gustó el personaje y cada uno tiene una historia personal fascinante", comentó el joven realizador. En Barcelona viven 15 compatriotas en un mismo piso y "este documental es una manera de expresarse y demostrar que cuando uno nace gitano es difícil de que cambien las cosas".
El Comité Científico que concedió estos premios estuvo formado por la directora de la productora holandesa Cobos Films, Carmen Cobos, junto a Adán Aliaga, director de la premiada La casa de mi abuela, la directora escocesa Lucinda Broadbent, y la directora de la productora-distribuidora Doc Films, Maite Serrano.
Durante el Mostrari se vio todo tipo de documentales. La directora afgana Saharaa Karimi es estudiante la Escuela de Cine y Televisión de la Facultad de Música y Bellas Artes de Bratislava y presentó su documental En busca de un sueño. El realizador ilicitano Gaspar Pomares, que es alumno de la Universidad de Alicante, departió con los asitentes sobre su obra Tener y ser. Este documental retrata los últimos meses de una familia campesina antes de ser desalojada de su finca que van a derribar al estar próxima a un polígono industrial. "Me considero cinéfilo y estudio Humanidades en Alicante", comentó el joven director de 24 años, "así que para la asignatura de antropología pensé que sería buena idea hacer mi propio documental", agregó. Pomares cogió una videocámara doméstica y se dispuso a hacer "cine pobre llevado a los extremos, pero con mucha sensibilidad". Durante Mostrari se proyectó también El final de la calle, de Anna Stepczak-Patyk, de la Escuela Superior de Dirección Andrzej Wajda, de Varsovia y El concierto de Blues, de José Vicente Viadel, de la Universitat de València, que refleja la historia de un grupo musical valenciano que defiende su territorio de la vorágine especuladora. Además, Jean Baptiste Delannoy profundizó sobre su trabajo Silencio, una reflexión sobre el silencio con reflexiones de seis autores diferentes. "Me metí en un ascensor y filmaba a todos los vecinos, muchos se asustaron", explicó el realizador francés. A sus 27 años, entiende que el ascensor es "un elemento clave en los edificios al conectar la calle, el espacio público, con la casa, el ámbito privado". La última película a concurso proyectada fue La piel que grita, de Basak Demir, alumna de la Escuela Superior de Bellas Artes y Medios Audiovisuales de Colonia.
La I Mostra de Documental Universitari Europeu d'Alacant, organizada por el Vicerrectorado de Extensión Universitaria, mostró 35 documentales llegados desde Polonia, Rumanía, Bélgica, Escocia, Italia, Alemania, España y Eslovaquia, entre otros países. Una cita consolidada, que se repetirá cada dos años, para dar rienda suelta a los sueños de los jóvenes realizadores.
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