Suministro asegurado gracias a una amistad
Desde la llegada a la presidencia rusa de Vladímir Putin en 2000, su amistad con el entonces canciller alemán Gerhard Schröder (1998-2005) acercó a ambos países más que nunca, como ellos mismos dijeron en una entrevista conjunta al diario germano Bild. El acuerdo para construir un gasoducto a través del Báltico, firmado en septiembre de 2005, ocho días antes de las elecciones federales, fue una de las mayores muestras de esa amistad, cuyo desenlace escandaliza a los alemanes.
Con el acuerdo, Putin le hizo un favor a Schröder. La noticia sobre el suministro de gas directo entre sus países generó un impulso positivo para la recta final de la campaña electoral del socialdemócrata alemán, pese a que en su propio partido criticaron la ignorancia de la violación de los derechos humanos en Chechenia. Schröder sacó provecho del trato en el ámbito político, al garantizar el suministro de gas a Alemania por décadas y trabajo para las firmas alemanas E.ON/Ruhrgas y Wintershall/BASF; y en el privado, al obtener un puesto en la compañía encargada del proyecto.
Semanas después de que Schröder abandonara la cancillería, el consorcio ruso-alemán Compañía del Gasoducto Noreuropeo Gazprom le ofreció el puesto de presidente del consejo de vigilancia, que ocupa desde marzo y por el que percibirá 250.000 euros al año. Según el director de la gasista estatal rusa Gazprom, Alexéi Miller, espera que Schröder contribuya a "garantizar una comunicación eficiente al máximo nivel".
También se supo que el Gobierno de Schröder, más de un mes después de las elecciones en las que salió derrotado, y poco antes de que Angela Merkel le sustituyera, avaló un préstamo de mil millones de euros a Gazprom ante bancos alemanes. La suma de la garantía superaba casi diez veces cualquier anterior. Según Schröder, no estaba informado. La Comisión Europea se ha dirigido a Berlín en abril, exigiendo explicaciones para averiguar si las garantías podrían constituir una ayuda ilegal del Estado.
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