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Reportaje:La urbanización de la costa

Entre la oportunidad perdida y el acierto

El freno al hotel de cuatro estrellas divide la opinión entre los vecinos de Carboneras

Samira sirve helados en una de las calles más céntricas de Carboneras desde hace cuatro años. Su aspecto moreno y su perfecto castellano confunde a los clientes su origen marroquí con el de algún país suramericano. Tiene 24 años, no pertenece a ningún colectivo del municipio pero tiene claras las ideas respecto a lo ocurrido con el hotel que se eleva a unos kilómetros de distancia a pie de playa: "Me parece fatal que lo tiren porque con el hotel habrá más posibilidades de trabajo y más turismo. Aquí no hay mucho trabajo para las mujeres y hubiera sido una oportunidad".

En una de las mesas dispuestas en la calle, Ginés y Manolo, que superan las 30 primaveras, toman café. Manolo es de Valencia y vive en Vera, otro municipio del litoral almeriense cuya costa ya ha sido depredada por el ladrillo: "Yo me alegro de lo que ha pasado con el hotel en El Algarrobico. A través de los chanchullos que han hecho lo han perdido todo". Su amigo Ginés, vecino de Carboneras aunque con residencia en Mojácar, comparte la opinión: "Yo veo bien que lo tiren. ¿A quién va a dar trabajo? A 100 personas y de forma temporal. Va a ser una burbuja que no dará dinero a Carboneras porque los usuarios dispondrán de todo tipo de instalaciones allí. Que lo hagan dentro del pueblo".

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Uno de los portavoces de la Plataforma Carboneras por su Futuro, creada en plena crisis sobre el polémico proyecto, asegura que Carboneras ha sido la "cabeza de turco" para pagar los platos rotos de las continuas y frecuentes irregularidades urbanísticas "consentidas" en la costa española desde Finisterre hasta Creus. "El Ministerio de Industria le dio varios millones a la empresa del hotel a fondo perdido y durante 12 años las administraciones han dado al proyecto todo tipo de permisos. No sé si los del hotel son muy listos o los asesores jurídicos de las administraciones no hacen su trabajo. Espero que la Junta actúe igual en todo el territorio. Yo, como carbonero, no lo entiendo y soy afiliado del PSOE", señala Ramón Fernández Quijano.

Tanto la plataforma vecinal en defensa del hotel de cuatro estrellas como el propio consistorio coinciden en manifestar la "incoherencia" de no permitir el desarrollo turístico de un municipio que, pese a estar dentro del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, cuenta con la planta desaladora más grande de Europa -por cuya ubicación el pueblo no ha sido resarcido todavía con las medidas compensatorias prometidas-, una central térmica cuyas emisiones de CO2 convierten al municipio en el "mayor punto negro de Andalucía", según Greenpeace, y una fábrica cementera. Para el alcalde, Cristóbal Fernández (PSOE), la única noticia "positiva" derivada del bloqueo de la Junta al proyecto de Azata es que no se llevará a efecto la ampliación de una central de ciclo combinado (gas y combustible fósil) con 860 megavatios. "Ya no tiene sentido que pueda haber ninguna administración que defienda la ampliación de la central de Endesa en Carboneras. No todo hay que verlo negativo", alega en tono irónico.

La asociación de Amigos del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, con fines ecologistas y culturales, mostró días atrás su satisfacción por la compra de terrenos anunciada por la Junta, si bien no ocultó su preocupación ante el "inminente" desarrollo de otros sectores en la zona contemplados en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana del municipio.

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Imagen tomada esta semana del hotel del Algarrobico, desde el interior del edificio.
Imagen tomada esta semana del hotel del Algarrobico, desde el interior del edificio.FRANCISCO BONILLA

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