Uno de los países con mayor diversidad del mundo

Si hay un país en el mundo que se pueda definir como mosaico de etnias y culturas, es Irán. Con uno de los índices de diversidad más altos del mundo (0,71 sobre 1, frente al 0,35 de EE UU, por ejemplo), está integrado, además de por la mayoría persa (51%), por las minorías azerí (24%), gilaki y mazandarani (8%), kurda (7%), árabe (3%), luri (2%), baluchi (2%), turcomana (2%) y otras, como las de armenios y asirios (1%).

En la actualidad, la mayoría de los casi 70 millones de iraníes hablan el farsi, que es la lengua de escolarización. No obstante, estas comunidades étnico-lingüísticas mantienen su idioma, un derecho reconocido en la Constitución de la República Islámica, y en muchas provincias hay programas de radio y televisión en su lengua local.

Aunque la religión del Estado es el islam chií, rama doctrinal que sigue la mayoría de los persas y de los azeríes, hay una importante comunidad suní (9%), constituida sobre todo por kurdos, árabes, baluchis y turcomanos. Además, existen minorías cristianas, judías, zoroastrianas y bahais, que juntas apenas suman el 2% de la población.

La República Islámica se jacta de dar un buen trato a sus minorías y sus portavoces siempre subrayan la reserva de cinco escaños en el Parlamento para los armenios (2), los asirios, los judíos y los zoroastrianos. Sin embargo, algunas comunidades se quejan de discriminación religiosa o racial.

La Constitución no reconoce más que las llamadas religiones del Libro, lo que deja fuera de la ley a los bahai. Esa exclusión, que se arrastra desde tiempos del sha, les impide matricularse en la universidad o acceder al funcionariado. El relator de la ONU para los derechos humanos denunció el 20 de marzo el deterioro de la situación de ese credo, que sobrevive en la clandestinidad. A pesar de las garantías constitucionales, los iraníes no musulmanes también tienen limitada su participación en el Gobierno.