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Fútbol | 21º título español en Europa
Columna
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Aprender en la adversidad

Santiago Segurola

El fútbol es una bestia de muchas cabezas, capaz de ofrecer las mejores oportunidades en los peores tiempos posibles. El Sevilla atravesó por dificultades extremas no hace mucho, tras su descenso a Segunda División. Era un club aplastado por las deudas y el desconcierto. Víctima de los excesos que se produjeron en la década de los noventa, el Sevilla desaprovechó el chorro de oro de los contratos televisivos con una absurda política de fichajes. Resulta difícil explicar la masiva llegada de desconocidos uruguayos, de infames futbolistas contratados a precios de estrella, jugadores que sólo enriquecieron a los intermediarios y a la gente que se suele aprovechar de lo que se denomina mercado, un mundo donde el filibusterismo es rey. El Sevilla descendió a Segunda tocado en el orgullo, sin jugadores relevantes y con las arcas saqueadas. Era el peor escenario posible para pensar en una recuperación que, sin embargo, ha sido rápida, eficaz y modélica. La conquista de la Copa de la UEFA es un logro histórico por muchas razones. El Sevilla es el sexto equipo español que obtiene un título europeo. Ingresa, por lo tanto, en el gotha de los campeones, después de decenios sin éxitos. Pero el triunfo alcanza un significado mayor por la tremenda superioridad que demostró en Eindhoven. Aplastó al Middlesbrough y no dejó dudas de la distancia que separó a los dos finalistas. Sólo cometió un error: se enredó en la segunda parte y permitió la dinámica que caracteriza lo mejor de los ingleses. El Middlesbrough intentó arrollar y casi lo consiguió con un juego simplón y una entereza admirable. Fuera del espíritu combativo que distingue a los británicos, el Middlesbrough tuvo poco que decir. Fue peor jugador por jugador y línea por línea. Sólo Javi Navarro flaqueó más veces de las necesarias frente a un rival que mostró la distancia que separa a la clase media del fútbol español -eso viene a significar la Copa de la UEFA- de la inglesa.

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El Sevilla más grande

El Sevilla ha jugado un gran torneo con un equipo que representa exactamente lo contrario del que le llevó a la ruina. La reconducción comenzó en Segunda División. Hizo de la necesidad virtud y empezó a trabajar entre precariedades. Sin dinero, concentró los esfuerzos en la cantera. Girarse hacia la cantera no significa hacerlo bien. El Sevilla lo ha hecho maravillosamente. Desde hace cinco años produce jóvenes y notables jugadores con una regularidad pasmosa. Con la misma política, se adentró en el mercado internacional. Muchos de sus mejores futbolistas fueron fichados en Brasil cuando apenas eran conocidos en el mercado. También han acertado con jugadores de perfil bajo y bajo coste que se han consagrado en un equipo a la medida de sus cualidades. Marescha y Martí son dos ejemplos de futbolistas magníficos que se han consagrado en el Sevilla. La victoria en la final de Eindhoven es, en definitiva, el premio al trabajo bien hecho. Nadie lo representó mejor que sus brasileños. Luis Fabiano, Adriano y Alves marcaron la diferencia en el partido crucial, lo que obliga a pensar en otra distancia, la que se marca entre Brasil y el resto del mundo. Probablemente no acudirán al Mundial, pero a los ojos de los aficionados los tres brasileños del Sevilla fueron la garantía de una victoria segura.

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