Los Estados más vulnerables
11 de los 20 países más frágiles del mundo son africanos, según un estudio de 'Foreign Policy' y el Fondo para la Paz
Irak y Afganistán, donde se produjeron intervenciones militares lideradas por Estados Unidos para acabar con dictaduras e impulsar, en teoría, la democracia y la libertad, se encuentran entre los 10 Estados más vulnerables, según un estudio de la revista Foreign Policy y el Fondo para la Paz, publicado esta semana en EE UU. El primer puesto lo ocupa Sudán, debido a la crisis de Darfur; le sigue la República Democrática de Congo, que celebrará elecciones en julio pese a que las guerrillas controlan algunas provincias del este, y el tercero es Costa de Marfil, roto en dos mitades y a punto de lanzarse a una guerra civil. Entre las 20 naciones más frágiles, 11 son africanas. Sorprende, además, que Somalia, el país más peligroso y desestructurado del mundo, esté empatado con Chad en el sexto puesto.
Tras los atentados del 11-S, la comunidad internacional tomó conciencia del grave riesgo que representan los llamados Estados fallidos, al considerar que son presa fácil para grupos terroristas, como Al Qaeda, capaces de controlar sus Gobiernos, como sucedió con los talibanes en Afganistán, y disponer de bases de entrenamiento. A pesar del interés, el número de Estados en peligro ha aumentado.
El informe se basa en el análisis de más de 11.000 datos recopilados entre julio y diciembre de 2005. La información se distribuye en 12 indicadores políticos, socioeconómicos y militares, con los que se establece una lista de los 148 Estados, desde el más endeble (Sudán) al más estable (Noruega). Un Estado vulnerable es aquel en el que el Gobierno no ejerce el control efectivo de todo el territorio, no es percibido como legítimo por una parte significativa de la población, carece de capacidad de dar servicios básicos a sus ciudadanos y no tiene el monopolio en el uso de la fuerza.
La clasificación de Irak en el cuarto puesto (el mismo que en el informe publicado en 2005) es irreal, como reconoce el propio estudio, pues el periodo analizado no incluye la violencia sectaria que enfrenta a suníes y chiíes desde febrero de 2006. Llama la atención que Pakistán ocupe el puesto noveno frente al 34 del informe anterior. Se debe, según se explica, al impacto del terremoto que en octubre asoló la región de Cachemira, empeorando sus indicadores por el número de desplazados y la necesidad de intervención exterior.
A pesar de la celebración de elecciones más o menos democráticas en Afganistán, Irak, Egipto, Kazajstán o Liberia, la reducción del número de conflictos armados en el mundo y el alza constante de los precios del petróleo, que favorece a varios de estos países que son productores, la mayoría no ha mejorado sustancialmente su situación respecto al primer informe de 2005. Es la robustez de las instituciones, la independencia de los jueces, la existencia de una administración eficaz y la lucha contra la corrupción lo que mejora los fundamentos de ese Estado, asegura Foreign Policy.
Ni las intervenciones militares ni las urnas sirven para modificar problemas estructurales. Un reciente informe del Banco Mundial alertaba de que las actuaciones humanitarias (también las militares) no atacan las causas de los conflictos que pretenden resolver (miseria, desigualdad, injusticia), sino que se preocupan en demasía en el impacto mediático de sus acciones.
Un ejemplo es Sierra Leona. Tras cinco años de misión de paz, que llegó a tener más de 15.000 cascos azules, Naciones Unidas redujo en diciembre su oficina de Freetown a 150 funcionarios. Su nuevo trabajo, para el que carece de medios, es la construcción de la paz. Ninguno de los factores que alimentaron una de las guerras más crueles de África (1990-2001) ha desaparecido y uno de ellos se ha agravado, el de la corrupción, que es el mayor generador de vulnerabilidad y, en consecuencia, debía ser la prioridad en toda intervención..
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