Una ciudad con problemas
Se ha celebrado en Alcoi, hace unos días, el homenaje que un grupo de alcoyanos acostumbra a rendir cada año a la memoria de Joan Valls. En la Placeta del Fossar, frente al que fuera el domicilio del poeta, se reunieron estas personas para recitar algunos poemas, pronunciar unas palabras de recuerdo y escuchar las canciones que interpretó el coro infantil de la Coral Polifónica Alcoiana. El acto -según han contado los periódicos- tuvo un estilo acogedor e íntimo, muy alejado de los homenajes oficiales que suelen tributarse a los artistas.
Joan Valls fue un hombre muy querido en Alcoi, que supo ganarse el respeto de sus conciudadanos. Valls escribió en valenciano en unos tiempos en que hacerlo suponía un acto de voluntad. Pero en su elección no hubo una postura política premeditada, sino que fue una consecuencia natural de su carácter: a la hora de escoger una lengua para sus poemas, Valls eligió la suya propia, que era la que se utilizaba en Alcoi todos los días. El hecho le granjeó numerosas simpatías y le vinculó de una manera definitiva a la ciudad. Nada debe haberle complacido más, pues Valls era un hombre de idiosincrasia alcoyana en estado puro.
No es muy habitual que las ciudades recuerden a sus poetas una vez que estos han desaparecido. Mucho menos que lo hagan de un modo tan sincero y entrañable como en este caso. Yo diría que esto es consecuencia del carácter de Alcoi, y del elevado sentido cívico que poseen los alcoyanos. En ello ha influido la propia historia de la población y su situación geográfica. El aislamiento de Alcoi, que tantos inconvenientes supuso para su desarrollo, ha contribuido a forjar una personalidad muy acusada. En un momento en que las ciudades se parecen unas a otras como dos gotas de agua, las diferencias despiertan una gran admiración.
Si Alcoi hubiera dispuesto de buenos gobernantes, se habría convertido probablemente en una de las ciudades de nuestro entorno con mayor atractivo. No le faltan condiciones naturales para ello. Hasta ahora, sin embargo, ha carecido de suerte con sus administradores. Por diferentes motivos, no ha surgido todavía la persona capaz de proporcionar a la ciudad el impulso y la amplitud de miras que necesita. Sanus fue el alcalde que más se aproximó a ese ideal, pero sus propios errores y una ambición excesivamente desordenada le impidieron alcanzar ese propósito.
Con todo, durante los años que permaneció Sanus en la alcaldía la ciudad vivió un impulso renovador que desapareció por completo con la llegada del Partido Popular. El desinterés que los nuevos regidores muestran por los problemas de la ciudad es realmente desconcertante, y el retroceso de Alcoi comienza a ser perceptible día a día. Los problemas del casco antiguo siguen sin resolverse, y las promesas -las grandes promesas- que, en su día, formuló el Gobierno valenciano han quedado sobre la mesa, como es habitual. El alcoyano empieza a preocuparse ante una situación para la que no ve salida.
Hace unos meses, la Cámara de Comercio de Alcoi presentó un plan estratégico, donde se señalaban las acciones que cabía iniciar para remediar la situación de crisis que vive la ciudad. Desde entonces, no había vuelto a hablarse del plan. El silencio más absoluto lo rodeaba. El viernes pasado, sin embargo, Enrique Rico, el presidente de la Cámara, exigía públicamente su aplicación. "La ciudad está cada vez más muerta y en el futuro se podría producir una debacle", manifestó. Pese a la contundencia de estas palabras, las autoridades municipales no han mostrado la menor inquietud. Quizá confían en que el golf acuda, un día de estos, a salvar el futuro de Alcoi.
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