¡A la calle!, que ya es hora
A esta ciudad la primavera decididamente le altera la sangre. Llega abril y Sant Jordi parece hacer suyo el grito de Gabriel Celaya: "¡A la calle!, que ya es hora / de pasearnos a cuerpo". La calle deja por decreto de ser el lugar inhóspito del invierno para convertirse en la gran aliada de nuestros veranos. Las dos exposiciones, la de 1888 y la de 1929, se inauguraron en mayo, la República se proclamó un 14 de abril de hace 75 años, los Juegos Olímpicos y la Setmana Tràgica son ambos de julio. No debe de ser ninguna casualidad. Este fin de semana la gente ha tomado la calle. Para mirar las piruetas de los aviones, para correr la Cursa de El Corte Inglés,para aclamar al Barça como campeón de Liga: toda excusa ha quedado pequeña para bajar a la calle. Yo estuve en los dos jolgorios del domingo.
A la sombra del falo de Miró del parque del Escorxador, dos acontecimientos ciudadanos: la Cursa de El Corte Inglés y la 'rua' del Barça, los dos muy distraídos
Sobre las diez de la mañana me aposté junto a Dona i ocell, el falo de colores de Miró en el parque del Escorxador. Me pareció que esperar ahí a los corredores me traería suerte. La necesitaba: dar con Damià Roig en medio de la marea humana no iba a ser fácil. Sabía de él que vive en Vimbodí, cerca de Poblet, y que estaba a punto de cumplir los 99 años. Tenía su teléfono pero no logré dar con él, pues para cuando empecé a buscarle ya se hallaba en Barcelona, sin teléfono conocido. Pues bueno, no se lo van a creer: Damià pasaba en ese momento por delante de mis narices, con camisa, pantalón largo y gorra y una pancarta de bolsillo que era como su propio pie de foto: Damià Roig, 99 anys, Vimbodí.
Me acerqué para hablar con él, pero sus amigos me pidieron si podía hacerlo al concluir la carrera. Así quedó convenido, de modo que me limité a observarle. No corría, pero llevaba un paso de marcha endiablado: frente a las Torres de Ávila le conté 114 pasos por minuto. En la puerta de Maratón del estadio olímpico fue aclamado por megafonía por un animador de la organización, que invitó a los sudorosos presentes a aplaudirle. El hombre pasó por el tartán con la ligereza del pájaro, culminó la cuesta y enfiló el descenso por el Museo Etnológico, la Font del Gat y la calle de Lleida hacia el centro de la ciudad. La gente se le acercaba para decirle que ellos también desearían estar como él a los 99 años...
No los tiene aún, los cumple la semana que viene. "No hace mucho que participo en esta carrera. Desde los 91". ¿Hace deporte? "Ca. He trabajado duro. De joven piqué piedra para hacer carreteras y también lavé platos en las masías cercanas a Poblet, por tres duros al mes". Es cocinero. Ha vivido en Francia y en Suiza. Combatió en el frente de Huesca durante la guerra. "En la Brigada 26. En Huerrios quedé sepultado bajo una casa por un obús lanzado desde Huesca. No me hice nada, pero desde entonces arrastro esta sordera".
Damià no bebe ni fuma ("fumar, he fumado lo que los demás me han hecho fumar"). No se ha casado nunca. "No por gusto. Soy astrólogo y en mi carta astral siempre me ha salido matrimonio nulo". En 50 años no ha conocido un constipado. "Soy naturista, no tomo química". El año próximo asegura que ahí estará, con la pancarta modificada para incluir los tres dígitos.
Vista la buena suerte que el falo de Miró me había dado por la mañana, a media tarde regresé a su vera para presenciar la rua del Barça. Me aposté en el cruce de la calle de València con la de Tarragona a eso de las seis y media. La gente esperando que suceda algo festivo es la monda. ¿Que pasa un bus turístico como el que se sabe que utilizarán los ídolos? Pues se aplaude a rabiar, aunque en ese bus no vayan más que atónitos turistas que empiezan a intuir que la primavera a esta ciudad se le sube a la cabeza. ¿Que la gralla de los Castellers de Sants se arranca con el Toooooot el camp...? Pues todo el mundo a cantar. ¡Cantar! ¡Incluso de forma pasablemente afinada! Eso sólo lo consigue el Barça en este país, otrora de cantaires y hoy tan sumamente duro de oído.
La colla castellera animaba la espera con sucesivos pilars de quatre. Uno a las 18.45 horas, otro 10 minutos más tarde -el anxaneta llevaba la camiseta del Barça, con el 10 de Ronaldinho- y el último a las 19.22, justo cuando aparecía la comitiva, precedida por la guardia municipal al trote -al modo de Clint Eastwood en En la línea de fuergo- y a caballo, con unos cuantos jinetes de gala para animar. Eto'o y Ronaldinho iban en la proa del autobús, el brasileño señalando la construcción humana surgida de la masa al camerunés, que parecía no haber visto antes semejante prodigio.
"¡A la calle, que ya es hora / de pasearnos a cuerpo / y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo". ¿Algo nuevo? El Barça ya ganó la Liga el año pasado, y la cursa, en la que se han inscrito este año 52.708 personas, la ganó el mediofondista Pol Guillén, del FC Barcelona, que repitió el triunfo del año pasado. No anunciamos algo nuevo. O tal vez sí: anunciamos que vivimos, y esa es la principalísima novedad. Que vivimos, a pesar de los sobresaltos que nos da el Gobierno tripartito. El señor elegante de al lado me veía apuntar, deducía la profesión y me espetaba: "¿Se imagina una rua con los políticos metidos en el autocar?". No, no me la imagino. Sería algo nuevo, sí, pero aburrido. Prefiero volver a ver en la cursa del año que viene a Damià Roig con tres dígitos y a los jugadores del Barça celebrando un nuevo triunfo. Y a la ciudad superando récords de asistencia, que en eso no somos nada novedosos y sí, en cambio, muy pesaditos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.