Dinamismo laboral
El domingo anterior comentaba de pasada los datos de la EPA del primer trimestre, que venían a apoyar la conclusión de que la economía española no había perdido fuerza en este periodo. Pero creo que la EPA siempre merece un análisis más detallado.
Lo que más llama la atención de nuestro mercado laboral es su gran dinamismo, que está permitiendo un acercamiento muy rápido a los estándares del resto de países europeos en cuanto a tasas de actividad, ocupación y empleo. Por ejemplo, en 1997 la tasa de actividad de la población entre 15 y 64 años era en España más de cinco puntos porcentuales inferior a la de la UE-25 (62,4% y 67,7% de la población de esa edad, respectivamente, según datos del Employment in Europe 2005 de la Comisión Europea); en estos momentos puede estimarse que dichas tasas se han igualado en torno al 70%. Este rápido avance de la tasa de actividad significa que la oferta de trabajo (población activa) aumenta notablemente por encima de la población en edad de trabajar. En 2005 la población activa aumentó un 3,2% interanual (con datos homogeneizados para salvar los cambios metodológicos introducidos en el primer trimestre de dicho año) y en el primer trimestre de este año se aceleró hasta el 3,6%, tasas difíciles de encontrar en otros países de nuestro entorno. Por su parte, la población mayor de 16 años aumentó un 1,7% en 2005 y lo mismo en el primer trimestre de 2006. Las claves de todo esto están en la inmigración y en la imparable incorporación de la mujer al mercado laboral. La inmigración es el factor que explica, en primer lugar, que la población mayor de 16 años crezca a la tasa señalada, pues la población española de esa edad sólo aumenta a un ritmo anual en poco más del 0,1%, como se ve en el gráfico izquierdo.
La oferta de trabajo (población activa) aumenta muy por encima de la población en edad de trabajar
Podría pensarse que el fuerte aumento de la oferta de trabajo debida a la inmigración derivara en un aumento del paro, especialmente entre los españoles, a los que los inmigrantes les "roban" los puestos de trabajo. Sin embargo, los datos muestran lo contrario. En 1997 la tasa de paro era del 20% y en el primer trimestre de 2006 se ha situado en el 8,8% (cifra corregida de estacionalidad). Es más, el paro ha disminuido en este periodo en mucha mayor medida entre los españoles que entre los extranjeros (gráfico derecho). La inmigración ha permitido que la economía española creciera a ritmos elevados y ello se ha traducido en más puestos de trabajo también para los españoles.
Durante los dos últimos trimestres, sin embargo, la tasa de paro ha flexionado al alza, del 8,4% en el tercer trimestre de 2005 al 9,1% en el primero de 2006. No obstante, este aumento se explica en su mayor parte por factores estacionales, ya que en cifras corregidas de dichos factores (sería clarificador que el INE las publicase también así) el aumento es del 8,6% al 8,8%. En todo caso, y esto es lo importante, el repunte del paro apenas se debe a una ralentización en la creación de empleo, cuyo crecimiento anual se ha mantenido cercano al 5% (gráfico central), sino a la aceleración señalada de la oferta de trabajo. El mercado laboral mantiene, por tanto, su gran dinamismo de los últimos años. Es de esperar que la reforma laboral en ciernes contribuya a prolongar estos resultados y, sobre todo, a corregir uno de sus aspectos negativos, la elevada precariedad, que descapitaliza a los trabajadores y explica en gran medida el escaso avance de la productividad.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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