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Reportaje:AIRE LIBRE

Pedaleando por la campiña olivarera

Una excursión que sigue los 60 kilómetros de la vía verde del Aceite, en Jaén

En una tierra de olivares y aceitunas jaeneras, la vía verde recuperada para ciclistas y senderistas sólo podía llamarse del Aceite. Y es que si a algo huelen y saben estos montes dibujados de olivos, es al oro verde de sus almazaras. Pero la denominación le viene de viejo, porque este trazado ferroviario fue puesto en marcha en 1893 y durante casi un siglo los vagones cisterna del llamado Tren del Aceite transportaron el fruto de estos campos entre Jaén y Puente Genil, en Córdoba. Tras el abandono definitivo en 1985, se han recuperado los 120 kilómetros de su recorrido para el uso turístico: los 60 primeros entre Jaén capital y la cordobesa laguna del Conde o del Salobral, como vía verde del Aceite, y el resto, hasta Las Navas del Selpillar (Lucena), como vía verde Subbética.

Millones de árboles

La línea ferroviaria languideció con el correr de los tiempos, pero los paisajes crecieron en hermosura con la vejez de sus olivos.Aunque ya se venía utilizando por los excursionistas que recorrían la zona, fue en 2002 cuando quedó inaugurado su nuevo acondicionamiento como vía verde. El entorno de esta fabulosa ruta de ocio y deporte se adorna con un bosque domado por la mano humana de millones de árboles aceiteros, que desparraman sus siluetas centenarias por las campiñas de Torredelcampo, Torredonjimeno, Martos y Alcaudete. Y también por las laderas norteñas de las sierras de la Grana y del Ahíllo, con barrancos, desfiladeros y ríos salvados por nueve viaductos metálicos, que van desde los 70 hasta los 224 metros de longitud del pasadero del río Víboras, elevado a 80 metros de altura sobre su cauce. El recorrido también cuenta con dos túneles, en Torredelcampo y en Torredonjimeno, iluminados para su mejor trasiego.

El inicio de la vía verde del Aceite se localiza en la zona norte de la ciudad de Jaén, junto al polideportivo de las Fuentezuelas, en la avenida de Arjona, desde donde partían los trenes cargados con el producto de las almazaras con destino a Córdoba y Málaga. Cinco estaciones y un apeadero con diferentes usos se mantienen en pie al borde de los 60 kilómetros de la ruta, pero sin duda lo más espectacular que ha legado el ferrocarril son los viaductos, desde los cuales se abre ante los ojos del excursionista la infinita cobertura de olivos de esta provincia.

El escueto desnivel de la ruta -que no sobrepasa el 3% en ningún tramo-, el perfecto estado de su firme y la posibilidad, para los más preparados, de empalmar el itinerario con la vía verde Subbética han convertido este trazado viario en uno de los más concurridos de toda la oferta de vías verdes.

El aire se llena del olor entre ácido y agrio desprendido por los molinos de aceite metidos en plena faena de prensado. Realizar esta excursión entre los meses invernales de diciembre y febrero tiene el aliciente de encontrar los olivares cargados de sus frutos amargos y la actividad del campo en plena recolección. Ahora, con el calor de la primavera, el campo se llena de pequeñas flores silvestres -como las margaritas blancas, las genistas amarillas y las amapolas rojas- que crecen al pie de los olivos. En estos meses conviene fijar la vista en las horquillas de los árboles, donde nidifican las palomas torcaces. En el suelo, por el contrario, es fácil descubrir las perdices, cuyos perdigones se escapan del nido nada más nacer para seguir a su madre en busca de comida. Estos montes ondulados peinados en hileras y cuadrículas como cuadernos milimetrados son ya desde principios del invierno el refugio de estas aves migratorias que, procedentes del norte europeo, llegan a las campiñas de Jaén en busca de su atempero y del fruto de su cosecha.

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Final del trayecto

En el tramo final surge el pantano de Vadomojón, cuyas orillas son atravesadas por el antiguo camino ferroviario. Justo en la cola del embalse finaliza la parte jienense de la vía, que se despide en el puente de hierro levantado sobre el río Guadajoz, una portentosa obra de ingeniería de casi 200 metros de longitud. Pero el definitivo punto final de esta ruta del aceite se encuentra a orillas de la hermosa laguna del Salobral, en tierras cordobesas, declarada reserva natural y ZEPA (zona de especial protección para las aves). Durante el invierno es cuando la lámina de agua toma más vida, moteada de cientos de ánades reales, patos colorados, porrones, silbones y moñudos.

La vía verde del Aceite se codea con otros espacios naturales muy interesantes, como es el caso de la reserva natural de Laguna Honda, de 65 hectáreas, muy cerca de Alcaudete, un peculiar humedal donde se refrescan malvasías, calamones y zampullines. Hay otra laguna, la del Chinche, también declarada reserva natural pero mucho menor que la primera, donde destaca la vegetación que la rodea. Sin embargo, el enclave natural más atractivo que roza estas trazas férreas es el cercano parque natural de la sierra Subbética, un oasis calizo de poljes y dolinas en medio del mar de olivos.

Ciclistas en la antigua vía del Tren del Aceite, en Jaén, hoy convertida en la vía verde del Aceite.
Ciclistas en la antigua vía del Tren del Aceite, en Jaén, hoy convertida en la vía verde del Aceite.PEDRO RETAMAR

GUÍA PRÁCTICA

Dormir- La Morata (953 55 80 68). Huelga la Vieja. Martos. Casa de labranza en la sierra de Víboras, a orillas del río. Habitación doble, 42 euros.- Hotel Xauen (953 24 07 89). Plaza de Deán Mazas, 3. Jaén. La habitación doble, de 30 a 60 euros.Comer- La Espadaña de la Casería de las Palmeras (953 26 05 77). Paraje de la Fuente Mora, s/n. Carretera de Córdoba. Jaén. Unos 35 euros.- Horno de Salvador (953 23 05 28). Subida al castillo de Santa Catalina, s/n. Jaén. Alrededor de 40 euros.Información- www.viasverdes.com.- www.viasverdes.org.

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