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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Resurgir desde la materia

Una enorme decepción asoló la devastada Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Frente a la triunfante alegría de los norteamericanos, los jóvenes artistas europeos pudieron constatar que los cientos de años de refinamiento del arte y la cultura occidentales no habían servido para frenar la locura y la barbarie. El arte debía pues partir de cero planteándose nuevos objetivos.

De nada servían ya la imitación de figuras o los predicados discursivos, el arte que debía surgir después de la demostración atómica tenía que descender hasta los infiernos y, desde allí, emerger sin arrogancias ni presunciones.De alguna manera, el informalismo y otros tipos de abstracción que se empezaron a practicar en los últimos años cuarenta pretendieron la redención del arte revolcándose en el fango y surgiendo de entre los escombros.

ALBERTO BURRI

Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Santa Isabel, 52. Madrid

Hasta el 29 de mayo

Alberto Burri (Perugia, Italia, 1915-Niza, Francia, 1995), casi en solitario aunque en paralelo con otros artistas como Fautrier, Dubuffet o Tàpies, encontrará en la masa fangosa y en la aspereza de los materiales de derribo un vehículo de expresión para un arte que no podía tomar su modelo de la serena belleza del mundo ni de la alegría de vivir de sus criaturas. El artista deja así de ser cronista de la ficción de una humanidad autocomplaciente para pasar a la acción. La tela del cuadro, como años más tarde expondrá Harold Rosenberg, se convierte en campo de batalla, en el lugar donde se producen las acciones y acontecimientos que, animados por la estética del expresionismo, serán premeditadamente brutales y desgarrados, haciendo explícita la relación existencial entre el cuerpo del artista y el objeto plástico que él crea. Los primeros cuadros de Burri que se muestran en esta exposición, fechados entre 1949 y 1952, son un ejemplo contundente y lúcido de esta lucha, de la fuerza desarrollada en ella y del afán de redención. Cualquier sutileza cromática ha sido en ellos desterrada, la forma queda supeditada a la materia, que cobra protagonismo, expresándose por medio de juegos de texturas ásperas, tersas, mohosas o grumosas que se presentan en superficies arrugadas, craqueladas o costrosas, efectos conseguidos con el empleo de materiales pobres, como alquitrán, piedra pómez, serrín, aluminio y tierra, mezclados con pigmentos.

Uno de los grandes hallaz

gos de Burri tendrá lugar en 1950, cuando sustituye el bíblico lienzo por la áspera arpillera de saco de patatas que desgarra, zurce y deshilacha. A finales de los años cincuenta encuentra un producto industrial, el plástico, una materia dúctil que se retrae y arruga ante el fuego, perdiendo su tersura y transparencia para ajarse. Resulta emocionante ver ahora aquellos cuadros, pero al iniciarse la década de los setenta, Alberto Burri, como otros contemporáneos europeos, se amanera y cae en un cómodo formalismo que, literalmente, arruina su brillante trabajo inicial. Desgraciadamente, son mayoría en esta exposición los cuadros sin interés que ilustran este declive.

'Gobbo Bianco' (1952), de Alberto Burri.
'Gobbo Bianco' (1952), de Alberto Burri.

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