"Un islote deteriorado"

Si el estado de la Escuela de Magisterio Ausiàs March fuera representativo, que no lo es, del estado de las infraestructuras universitarias valencianas, la cosa pintaría muy mal. Desde las escaleras de acceso a la Escuela -una construcción de los años 60, ubicada frente al viejo cauce del Turia y a espaldas del barrio de Monteolivete- y a través de las ventanas de las aulas se ve perfectamente el colosal edificio diseñado por Santiago Calatrava para alojar el Palau de les Arts.

Dividida en tres partes, las instalaciones de la Escuela no gozan de nada parecido a glamour arquitectónico. El edificio central se muestra envejecido y sombrío. El ala sureste se compone de "pabellones provisionales" (barracones en la jerga escolar), calurosos, que se levantaron hace más de 20 años y que han tenido que ser subdivididos para hacer hueco a nuevos alumnos. El tercer inmueble, llamado Pabellón de Gobierno, lleva meses apuntalado después de que las grietas alertaran de su estado semi-ruinoso.

El vicerrector de Infraestructuras de la Universitat de València, Aurelio Beltrán, describe la Escuela como un "islote aislado del resto de la universidad", que se encuentra "deteriorado". La universidad ha diseñado una nueva escuela en el Campus de Tarongers, que costará unos 25 millones de euros. La Generalitat se ha comprometido a financiar el edificio, pero no ha concretado ni cómo ni cuándo lo hará.