En busca del último cartel
Luis Ángel Gaintza ha contribuido de manera desinteresada a la creación de los principales archivos políticos vascos
La Caja Vital muestra en estos días, en su sala de exposiciones, una selección de los carteles políticos que llenaron las paredes en el País Vasco entre 1975 y 1990. Es parte del fondo documental que atesora la Fundación Sancho el Sabio, un reflejo impactante y expresivo de aquel periodo intenso. Pero pocos visitantes sabrán que detrás de esta colección se encuentra el trabajo desinteresado y anónimo de Luis Ángel Gaintza (Bilbao, 1942), que desde 1977 lleva pateando las calles de ciudades y pueblos, llamando a las puertas de partidos políticos, sindicatos, ayuntamientos y cualquier organización o institución susceptible de editar material considerado habitualmente efímero.
Como el propio Gaintza explica, "comprendo que es difícil que la gente valore la importancia de una pegatina, a no ser que seas un coleccionista, pero miles de ellas, bien organizadas, tienen un valor incalculable para los historiadores que quieran estudiar, dentro de 100 años, este periodo histórico". Un argumento que ha movido, poco a poco, con paciencia y tesón infinitos, a este maquinista naval que lleva 29 años de singladura en tierra recopilando información.
Los comienzos fueron casuales. "Yo estaba en la sección de cultura de la ikastola de Deusto; eran tiempos, aquellos primeros setenta, en los que organizábamos festivales musicales en la parroquia de San Felicísimo, con Benito Lertxundi, Gorka Knorr, Xabier Lete o la recientemente fallecida Lourdes Iriondo, actos de una trascendencia tremenda, sólo basta recordar que entonces ni la ikurriña estaba legalizada", recuerda. Así que, cuando en 1977, dos años después de morir Franco, impulsaron un concurso de redacción para niños, no es de extrañar que les entrevistaran en los periódicos con todos los honores. "En el Deia, la entrevista nos la hizo Amatiño quien, al verme bastante inquieto, me comentó: "Oye, chaval, no tendrás propaganda y otras cosas de la clandestinidad porque en Lazkao hay un fraile [Juan Joxe Agirre Begiristain], que guarda todo".
Luis Ángel Gaintza había pertenecido a EGI (las juventudes del PNV) y conservaba material de su organización. "Le envié revistas clandestinas impresas con la famosa vietnamita, la multicopista que había entonces, pegatinas y demás materiales que tenía por casa. El hombre no sabía quien era yo, con los años hasta me dijo que pensaba que era un chivato, un policía". Parecida impresión debió causar a muchos de los militantes de las organizaciones que comenzó a visitar desde entonces. Porque acudía a las sedes de partidos y sindicatos vestido de traje y corbata, después de su jornada laboral.
Pero el carácter inquieto y franco de quien también era txistulari le abrió todas las puertas. "Desde entonces a Lazkao hemos llevado toneladas de papel, en furgonetas, hasta en camiones. Por ejemplo, allí han ido los archivos completos de EMK y LKI cuando se fusionaron en Zutik. También le hemos entregado a Agirre donaciones de exiliados en América".
Al mismo tiempo que solicitaba documentación, le llegaban encargos. "Recogiendo material, al de poco tiempo, conocí a Ander Manterola, del Instituto Labayru, que me dijo: "si recoges para Lazkao, porque no pides para nosotros también". Lo mismo me pasó cuando fui a Euskaltzaindia, a la Fundación Sancho el Sabio, cuando me encontré con el difunto Jon Bilbao, que me pidió para la Universidad de Idaho, donde impulsó los Estudios Vascos...". En la actualidad, hasta la UPV o el Centre de Documentació Politica de Catalunya requieren su colaboración.
Una labor completamente altruista. "Hasta hace un año, que la Diputación de Vizcaya me dio una subvención, todo ha corrido por mi cuenta: coche, gasolina, sellos y sobres para cientos de cartas... hay que tener en cuenta que he mantenido a lo largo de este tiempo relación con miles de organizaciones e instituciones", comenta. sin olvidar que es material muy difícil de guardar porque los grupos que los editan no tienen constancia de su importancia.
Poco a poco, la gente le iba conociendo. En cada lugar, ya se sabía que Gaitza iba a pasar a recoger sus papeles. Se le podía ver en las herrikotabernas y en la sede de Fuerza Nueva ("donde, todo hay que decirlo, sólo acudí una vez", recuerda). Hasta que, al final, se convierte en una referencia. "No recuerdo lo que he recogido durante estos años, porque nunca me he fijado en el contenido. Ahora, si ha habido organización creadora de documentación escrita esa ha sido Euskadiko Ezkerra, sin duda".
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