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El futuro de Euskadi

ETA moviliza a sus simpatizantes para que aporten dinero y eviten su asfixia económica

La banda recurre a la venta de bonos por la caída de ingresos por extorsión tras el alto el fuego

Jorge A. Rodríguez

ETA ha movilizado a sus militantes legales y a sus simpatizantes más fieles para que recauden dinero o lo pongan de su propio bolsillo a fin de evitar una posible asfixia económica de la banda. La organización es consciente de que en el actual proceso de fin del terrorismo, en ausencia de atentados y de kale borroka, el miedo se irá diluyendo y cada vez serán menos los extorsionados que paguen el llamado impuesto revolucionario. ETA, de momento, prefiere no recurrir a su caja de reserva, por lo que ha optado por extender el sistema de venta de bonos, como los 90 de una partida de 400 recién intervenidos.

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ETA tiene unas necesidades económicas que las fuerzas de seguridad calculan en unos 120.000 euros mensuales. Además del cobro de rescate por secuestros, que en el pasado le reportó las mayores sumas de dinero, la mayor vía de financiación era la extorsión del llamado impuesto revolucionario. Para el cobro y gestión de este último, la organización montó "un sistema financiero propio desvinculado, aparentemente, del llamado aparato militar", según fuentes antiterroristas. Esta separación se hizo total tras el hallazgo en el País Vasco francés, en septiembre de 2000, de "cuadros contables en los que se controlan los gastos".

En esta estructura se combinan formas legales e ilegales de gestión y recaudación, que van desde los juegos ilegales de lotería, los negocios inmobiliarios y hosteleros, pasando por sociedades de gestión de capitales, según un informe policial sobre las finanzas etarras. Sin embargo, en 2004 ETA tuvo que recurrir a sus fondos de reserva, al caer sus vías financieras, y entre 2005 y principios de 2006 perpetró 21 atentados con bomba contra otras tantas empresas que se habían negado a pagar el impuesto revolucionario o habían dejado de abonarlo.

La exigencia del Gobierno de que no haya violencia ni extorsión durante el proceso de fin del terrorismo abierto ahora con el alto el fuego permanente de ETA ha llevado a la organización a ampliar sus medios de allegamiento de fondos. ETA tiene engrasado el sistema de venta de bonos, pero no exactamente entre sus simpatizantes. Miles de pequeños comercios de Euskadi y Navarra pagan o han pagado de forma mensual una contribución a la banda, para evitar problemas en sus establecimientos, tal y como reconocen todos los servicios antiterroristas.

Este método de extorsión es directo: un conocido miembro de la izquierda radical abertzale deja un sobre en el local, con un recibo y la cantidad a pagar. Días después, se pasa a recoger los sobres. De esta manera recauda ingentes cantidades de dinero en cada localidad, que acaba en la estructura local afín a la banda y, el grueso de lo cobrado, en la dirección de la banda terrorista. ETA conseguía, al menos hasta antes del alto el fuego, unos 150.000 euros mensuales.

Dado que la banda no quiere volver a meter mano en su caja de reserva, al menos de momento, ha movilizado a los suyos a fin de que colaboren económicamente en el sostenimiento de la organización. A esto responde la venta de bonos de ETA. La Guardia Civil detuvo el 18 de abril a Ibon Meñica Orue-Etxevarria, en cuyo coche fueron hallados 90 bonos de colaboración con ETA, de 60 euros cada uno.

Los bonos, impresos en color y con marcas al agua, llevan el sello de ETA y la frase "bono de ayuda económica para ETA". Curiosamente, en el coche había también algo que algunas fuentes consideran productos de mercadotecnia terrorista: colgantes con el anagrama etarra de la serpiente enroscada en un hacha.

La venta de los bonos iba a efectuarse entre afines a la banda, entre quienes comparten la visión etarra. Papeles similares han sido hallados con anterioridad en txoznas (casetas), herriko tabernas (bares vinculados a Batasuna o entidades afines) y otros establecimientos promovidos por organizaciones del llamado entorno de ETA.

Los bonos son, efectivamente, uno de los métodos tradicionales de financiación de la organización terrorista, pero las fuentes de la policía y la Guardia Civil consultadas aseguran que se va a convertir en una de las claves financieras de la banda. De hecho, las fuentes consultadas subrayan que ETA pretende movilizar a los suyos para que se colaboren de forma periódica y sostenida con dinero de su bolsillo al actual periodo de fin del terror. "Vamos a encontrarnos con nuevos episodios de bonos, porque se han repartido decenas, quizás más de mil, pero también de huchas petitorias en bares y otros sitios", aseguran mandos antiterroristas.

Meñica, que llevaba el talonario de bonos desde una herriko taberna de Bilbao a otra de Zamudio, habría recaudado con la venta de los boletos un total de 5.400 euros. Uno de los hechos que más ha sorprendido a los investigadores es la colaboración con Meñica de Sandra Barrenetxea, cuyo historial está limpio y cuyo nombre jamás ha salido a relucir en el curso de ninguna investigación.

El detenido supuestamente habría recogido un total de 400 de esos bonos para su reparto exclusivamente en la provincia de Vizcaya. Es decir, que cuando fue abordado por la Guardia Civil ya le quedaba sólo el último talonario. Fuentes del instituto armado estiman que la banda habría repartido la misma cantidad en cada provincia del País Vasco, lo que elevaría la cifra total de bonos a 1.200, por un valor de 72.000 euros.

Anverso y reverso de los bonos de ETA reclamando ayuda económica.
Anverso y reverso de los bonos de ETA reclamando ayuda económica.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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