Agua que has de beber
La propuesta para hoy es remontar en coche el tramo inferior del Lozoya, desde su desembocadura en el Jarama, cerca de Patones de Abajo, hasta la villa medieval y ribereña de Buitrago. A lo largo de 50 kilómetros, por quebradas y soledades escalofriantes, orillaremos embalses que almacenan más de la mitad de las reservas de agua de la región. Es como ir de gira por una carretera costera, con la ventaja de que este mar, además de verse, puede beberse.
Comenzamos, pues, en Patones de Abajo, acercándonos por las alamedas donde se casan el Lozoya y el Jarama hasta el Pontón de la Oliva. Fue el primer embalse concebido para abastecer de agua serrana a la capital, aquel Madrid de mediados del siglo XIX donde 930 aguadores bastaban para subir a las casas los míseros 10 litros que se consumían por habitante y día.
En un paraje espectacular, de cortados calizos donde piruetean las chovas y los escaladores, se alza el muro de 72 metros de esta presa que fue construida entre 1851 y 1857 por 2.000 reos y que, al poco, se reveló inútil por las filtraciones del terreno. Tenía su lógica y su guasa: que en una presa de presos hubiese fugas.
Una carretera superpanorámica nos lleva, sobrevolando los meandros del Lozoya, hasta la presa de El Atazar. Inaugurada en 1972, esta muralla curva de 484 metros de largo por 134 de alto forma un embalse de medio billón de litros, 1.070 hectáreas y 72 kilómetros de costas; un embalse enorme, donde cabría toda el agua del resto de represamientos de la región.
Otro mar aún más grande y dulce abraza el pueblo de El Atazar, que aparece tres kilómetros después, con sus casas de pizarra apiñadas alrededor de la iglesia de Santa Catalina de Alejandría. Es de jaras y huele a ládano que marea.
A mano izquierda, según se entra en el pueblo, nace una carretera de tierra que conduce a Robledillo de la Jara cruzando el edénico valle del Riato. Por ella avanzaremos con sumo cuidado -no tanto por el coche, como por los paseantes y ciclistas que la frecuentan- para luego continuar, ya por asfalto, hasta Cervera de Buitrago, donde nos aguarda la vista más bella de la jornada: la de los veleros del club náutico, rodeados por un océano embravecido de montañas -sierra de la Cabrera, montes Carpetanos, Somosierra...-.
De Cervera vamos a Manji-rón, pasando por la presa de El Villar, que es la más antigua (1879) de las que aún están en servicio en Madrid y la primera de su tipo (gravedad) en Europa; para más exclusividad, su primera piedra la puso el ministro de Fomento José Echegaray, luego premio Nobel de Literatura. Y de Manjirón, a Buitrago, donde acabamos la ruta contemplando desde sus murallas el embalse de Puentes Viejas, el útil Lozoya que, siete siglos antes de calmar la sed de los capitalinos, ya servía de foso.
Navegar en El Atazar
- Cómo ir. Patones de Abajo, punto inicial de la ruta, a 62 kilómetros de Madrid. Tiene rápido acceso yendo por la autovía del Norte (A-1) hasta Venturada, luego por la N-320 hasta Torrelaguna y finalmente por la M-102.
- Comer. El Athazar (teléfono 918 686 024): cocina casera; 15 euros. El Aprisco (Manjirón; 918 680 356): judiones con perdiz y lomo en salsa de ciruelas; 15-20 euros. El Portachuelo (Buitrago; 918 681 135): cordero, cochinillo y pescados; 25 euros.
- Dormir. Los Balcones de El Atazar (El Atazar; 620 878 713): casas de arquitectura tradicional y alquiler completo; fin de semana, desde 137 euros. Posada El Aprisco (Manjirón; teléfono 918 680 356): caserón rehabilitado; doble, 52-66 euros. Los Canchos (Buitrago; teléfono 918 682 017): coqueto hotel dentro del recinto amurallado; doble, 78 euros.
- Actividades. Kajuma Sport (689 204 218), Nortesport (918 687 153) y Sportnatura (918 686 104): piragüismo, windsurf y vela ligera en El Atazar.
- Más información. Centro de Innovación Turística de la Sierra Norte Villa de San Roque (avenida de La Cabrera, 36; La Cabrera; 918 688 698). www.sierranortemadrid.org y www.sierranorte.com.
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