_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

África como contenedor

Empiezo celebrando que la comisaria Danielle Tilkin, en vez de rendirse sin más al impulso de optar sólo por artistas jóvenes o desconocidos, haya decidido incluir en esta exposición a tres figuras históricas tan relevantes como Frédéric Bruly Bouabré, Bodys Isek Kinguelez y Chéri Samba, cuyas obras, además, ya habíamos visto en España. A Bouabré y a Isek Kinguelez, en la exposición África hoy -realizada en 1992 en el CAAM de Las Palmas de Gran Canaria-, y a Chéri Samba, en Formas de disidencia, en la Fundación Miró de Barcelona en 1991. Exposiciones que a su vez debían mucho al éxito mediático y mercantil de Les magiciens de la Terre, la macroexposición realizada en París en 1989, que fue el punto de partida de la construcción de eso que ahora llamamos arte contemporáneo africano. Ninguno de estos antecedentes desautoriza la decisión de Danielle Tilkin porque simplemente las obras de los tres conservan intactas la fuerza e intensidad que atrajeron la atención del mundo del arte cuando se expusieron por primera vez ante la mirada occidental.

DE IDA Y VUELTA. ÁFRICA

La Casa Encendida

Ronda de Valencia, 2

Madrid

Hasta el 11 de junio

El mayor de este trío es Frédéric Bruly Bouabré, un artista marfilense de 83 años, a quien se considera el patriarca del arte africano contemporáneo. Su obra responde a un proyecto de larga duración y gran aliento que puede interpretarse como una versión entre irónica e ingenua del proyecto enciclopédico de la Ilustración. O una perversión del mismo. Kinguelez es de otra estirpe, más romántica que moderna. Él es un artista visionario que, creyendo que la calidad del mundo depende de la felicidad de sus habitantes, estimula o promueve esa felicidad mediante modelos a escala de una arquitectura visionaria que poco tiene que ver con la tradición utópica que se extiende de Piranesi a Archigram aunque sí mucho con las fantasías kitsch o neobarrocas de Las Vegas o Miami. El tercero, Chéri Samba -congoleño como Kinguelez-, un artista crítico que se vale de la pintura para desafiar los cánones de la pintura moderna con el mismo desparpajo con el que desafía los estereotipos que articulan el África imaginaria que las potencias coloniales europeas se inventaron en el momento de su repartición en el Berlín de 1885.

Hay un cuarto artista que

puede añadirse sin problema a la lista de los top del arte africano contemporáneo, pero si no lo he hecho de entrada es porque su nombre pone en evidencia problemas en el esquema curatorial de esta muestra. Se trata del surafricano William Kentridge, que se dio a conocer en la Documenta X de Kassel de 1997 con una obra que tematizaba la mala consciencia de los inmigrantes europeos en un país sometido al apartheid, pero también con unos grados de urbanización, industrialización y modernidad poco o nada frecuentes en el resto del África subsahariana. De allí que, tanto por su propia obra como por su contexto, la mera inclusión de Kentridge en una muestra como ésta ponga en cuestión el contenido de la expresión de "arte africano" que, en definitiva, resulta tan imaginaria como el África imaginada por los colonialistas y tan incapaz como ella de reducir a unidad la vasta diversidad de un común denominador geográfico que incluye como un mero contenedor países tan distintos entre sí como Marruecos y Suráfrica, Angola y Nigeria, Malí y el Zaire. O el resto de los países de donde vienen los 20 artistas reunidos en esta exposición, cuyas obras son tan dispares entre sí como sus lugares de origen, de formación artística o de actual residencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_