Telé Santana, el 'lírico' ex seleccionador de Brasil
Entrenador en los Mundiales de 1982 y 1986
Telé Santana, el último de los seleccionadores brasileños de fútbol que hicieron causa en la defensa del jogo bonito, murió ayer a los 74 años en un hospital de Belo Horizonte tras sufrir una larga enfermedad cardiovascular. El Mestre (El Maestro), como era llamado cariñosamente, perdió por amputación hace tres años parte de la pierna izquierda por falta de circulación sanguínea.
Nacido en Itabirito, municipio del Estado brasileño de Minas Gerais (sureste), Telé fue un puntero derecho de buena técnica, gran movilidad y mucha inteligencia táctica. A pesar de que no era un jugador excepcional, era un luchador nato (se le apodó Hilo de Esparanza porque iba a por todos los balones) y su forma de jugar se impuso en Brasil.
Ídolo del Fluminense que dominó el fútbol brasileño entre 1959 y 1960, Santana hizo carrera como extremo. pero nunca se puso la camiseta de la selección como jugador. Fue como entrenador como logró sintetizar mejor que nadie los valores históricos que han engrandecido al fútbol brasileño en todo el mundo. Llegó a la selección en 1980 tras dirigir con gran éxito al Fluminense y al Atlético Mineiro, al que llevó a conquistar el primer Campeonato Brasileño de su historia.
En Brasil, a Santana lo conocían como El Mestre (El Maestro). Tal vez porque nadie más como él supo resistir con argumentos futbolísticos a los embates de los renovadores que veían en el estilo europeo un futuro imprescindible. En el inicio de la década de los ochenta, muchos entrenadores y comentaristas se mostraban dispuestos a superar el modelo de juego del equipo que conquistó la Copa del Mundo en 1970. Pedían presión, fuerza, despliegue, atletas obedientes y mucha táctica moderna. Santana les respondió acoplando a un grupo de futbolistas irrepetibles que hicieron del manejo del balón la clave de su arte: Falçao, Júnior, Cerezo, Sócrates y Zico. Las selecciones de Brasil de los mundiales de 1982 y 1986 no ganaron el título. Pero Santana demostró a sus compatriotas que tal vez eso no era lo más importante. Aquel Brasil fue recordado como el equipo que mejor jugaba al fútbol.
Santana tuvo tiempo de levantar todos los trofeos del mundo al frente del São Paulo, entre 1991 y 1994: dos ediciones de la Copa Intercontinental, dos Copas Libertadores, un Campeonato Brasileño, dos Campeonatos de San Pablo y dos Recopas suramericanas.-
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