Ahora, Berlusconi
"El caballero" muestra una vez más su "caballerosidad" en su interminable pataleta para no reconocer su derrota. El amor a Italia de Berlusconi le hace inconcebible el que algo más de la mitad de sus compatriotas sean tan "gilipollas" que no le hayan votado. Tampoco puede comprender cómo sus razones, apoyadas por más del 80% de las televisiones y otros medios, pueden no haber hecho mella en más ciudadanos, a pesar de su aplastante insistencia personal, incluso el mismo día de reflexión. Ni tampoco comprende cómo la ley electoral, que tan cuidadosamente diseñó a favor suyo -como otras-, se haya vuelto en su contra.
La historia, pues, se repite; o, en términos menos sofisticados, mal de muchos, consuelo de tontos. En otro país mediterráneo, otro partido que perdió también a pesar de estar también en el Gobierno, con un casi monopolio de medios, manipulados descaradamente hasta el mismo día de reflexión, etcétera, acusó a su vez -en idéntica y profunda proyección freudiana- de fraude y victoria ilegítima al adversario triunfador. ¡Qué aburrimiento! No hay nada nuevo bajo el sol.