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Los principales argumentos de la legislatura apenas preocupan al grueso de los valencianos

La demoscopia refleja un abismo entre el interés de los electores y la prioridad de los partidos

Miquel Alberola

La VI legislatura no se podría explicar sin las palabras "trasvase", "lengua" o "Estatut". Son los argumentos que han nutrido los principales debates de las Cortes Valencianas y los más fogosos cruces de declaraciones protagonizados por los dos principales partidos de la Comunidad Valenciana, a los que han sido arrastrados Esquerra Unida y otras formaciones extraparlamentarias. Sin embargo, el entusiasmo por estos temas se enfría al contraste con las respuestas de las 733 entrevistas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el pasado mes de diciembre.

La reforma del Estatut, el trasvase o la lengua sólo concitan porcentajes mínimos

El gran logro de la legislatura para el PP, que gobierna la Generalitat, es sin duda la reforma del Estatut d'Autonomia. La delicada situación económica de las arcas públicas no dejaba al Consell otra salida que suplir con política lo que no podía hacer con el presupuesto. También ha sido el principal asunto para el primer partido de la oposición, el PSPV. Para el secretario general de los socialistas, Joan Ignasi Pla, hacerse la fotografía estrechando la mano al presidente de la Generalitat bajo el ficus del jardín de las Cortes con la reforma en el bolsillo suponía afianzar su liderazgo en un partido cuyo grado de cohesión es directamente proporcional a la expectativa de poder.

En consecuencia, la reforma estatutaria, que además se producía gracias a un consenso imposible en el resto de España, ha sido un acontecimiento cuyo proceso ha ido acompañado de resonancias amplificadas, tanto por su acción como por su reacción en los partidos que no la han suscrito. Pero este asunto que ha llenado la caja de resonancia del Parlamento y buena parte de los espacios de los medios de comunicación, según el último barómetro autonómico realizado por el CIS en la Comunidad Valenciana, sólo preocupa al 0,3% de los encuestados entre los principales problemas que existen para los valencianos. Si bien es cierto que ante la pregunta concreta de si se considera que es necesario efectuar la reforma, el interés aumenta, aunque sólo un 4,6% lo consideraba muy necesario y un 28% bastante necesario, mientras que el 28,1% lo veía poco necesario y el 14,8% totalmente innecesario.

Otro tanto ocurre con la política del agua y los trasvases. Mientras que el Consell y el partido que lo sustenta -así como los medios a su alcance- han utilizado de forma frecuente e intensa su acción y oratoria política para convertir la supresión del trasvase del Ebro en casus belli para el pueblo valenciano, sólo un 3,3% de los encuestados cree que éste constituye uno de los problemas principales de la Comunidad Valenciana. Esta cifra aumenta, en cambio, hasta el 7,7% para señalar la escasez del agua y la sequía como una de las contrariedades más importantes.

La lengua también ha alimentado extensos y encendidos debates en los últimos tres años. Es un clásico en el fondo de armario parlamentario de la derecha desde la transición. Bien como oportuna tinta de calamar, bien a propósito del dictamen sobre la unidad lingüística elaborado por la Acadèmia Valenciana de la Llengua, o con el memorándum sobre el uso de las lenguas minoritarias en la Unión Europea de fondo, el Consell ha tensado la cuerda, a través de varios de sus departamentos, hasta convertirlo en uno de los puntos recurrentes de su agenda. Ahora, un nuevo acontecimiento (el Tribunal Supremo ha consolidado el hecho jurídico de que catalán y valenciano son la misma lengua) lo devuelve a la palestra. Sin embargo, los problemas de la lengua apenas preocupan al 0,5% de los valencianos.

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En cuanto a los argumentos de la oposición, uno de los principales ejes del discurso del PSPV en la legislatura ha sido la denuncia de la especulación urbanística y la construcción masiva, un fenómeno que ha ido acompañado de abundantes actos públicos y movilizaciones. Los socialistas también han puesto mucho énfasis contra la corrupción y el fraude. Y han hecho lo propio enarbolando la bandera de la reivindicación del funcionamiento de los servicios públicos. Pero estas inquietudes no encuentran su reflejo entre los valencianos entrevistados por el CIS. De acuerdo con sus datos, la especulación urbanística sólo intranquiliza al 3.0% de los valencianos; la corrupción y el fraude, al 0,5%, y el funcionamiento de los servicios públicos, al 1,4%.

Por el contrario, los asuntos enumerados como más candentes por los entrevistados en un máximo de tres respuestas son, por este orden, la inseguridad ciudadana (32,6), el paro (32,3), la inmigración (32,9), la vivienda (17,9), los problemas de índole económica (12,6), la sanidad (10,7%), la educación (10,7) o la calidad del empleo (10,2).

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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