La doctora Jekyll y miss Hyde
Habría que recordar que Isabel García Marcos, en su época de portavoz socialista de Marbella, fue una vez "una mujer profesional, íntegra y combativa", tal como la definió una dirigente del PSOE cuyo nombre obvio intencionadamente para no cargar en ella la responsabilidad del engaño sufrido por todos. Pensemos que la Rubia, como la llamaba Jesús Gil, es la misma persona que una noche llegó a su casa y en el contestador automático se encontró este mensaje grabado: "Te voy a matar. Te voy a pegar ocho tiros". Recordemos el verbo ágil, duro y contundente de la única persona que durante años se convirtió en el azote de Gil, del que sólo recibió insultos, humillaciones, palabras soeces y desconsideraciones machistas. Recuperemos una frase muy celebrada en su día por miles de marbellíes en una manifestación de apoyo a Gil: "Rubia, cochina, vete a la cocina". Reconozcamos a la concejal que impugnó ante los tribunales las tropelías del gobierno del GIL, las irregularidades en los plenos o el saqueo de Marbella. Y festejemos aquella denuncia de García Marcos que llevó a Gil a la cárcel, o aquella otra que lo inhabilitó.
A partir de ahora, ni recuerden, ni supongan, ni reconozcan, ni festejen. Sólo lean: "Isabel María ha desarrollado una actividad de gestión que denomina su empresa, en virtud de la cual se dedica a concertar contratos de lo que denomina gestión y en la que se pactan tres pagos, uno como provisión de fondos, un segundo pago cuando se remueve los obstáculos que impiden el desarrollo de una parcela -lo que ella llama depurar la parcela-, y el tercero cuando se vende y obtiene un beneficio". Vuelvan a creer, a aceptar y a relacionar. Créanse que se trata de un párrafo textual del auto de prisión del juez Miguel Ángel Torres por el que era enviada a prisión García Marcos. Acepten que era ya primera teniente de alcalde de Marbella y que este párrafo resume una conversación telefónica en la que hablaba con otro concejal imputado, José Jaén.
Piensen que más pronto que tarde ha empezado su ilustre abogado, Javier Gómez de Liaño, a sembrar dudas sobre la jurisdicción de Torres para investigar este asunto. Quédense con otro párrafo del auto: "Se ha puesto de manifiesto con rotundidad en una extensa conversación entre Isabel y José Jaén, que constituye una auténtica confesión de la primera, que ella cobra por todo lo que hace, que cobra por mover papeles y que si no le pagan no hace nada". Y finalmente relacionen lo anterior con: "Por último resulta extraordinariamente llamativo que en su domicilio se encontraran 378.000 euros en varios paquetes en la caja fuerte en billetes nuevos la mayoría de 500 euros, sobre los que su explicación ha sido tan poco creíble como en el caso del resto de los hechos".
García Marcos ha sido públicamente esas dos personas en una. Nadie podría saber nunca si algún día coexistieron las dos, o sí por el contrario lo que ocurrió fue que la primera sucedió a la segunda. En el año 1886 era publicada por primera vez la novela de Robert Louis Stevenson, El extraño caso del Dr Jekyll y Mr. Hyde. Este libro se ha convertido en un clásico del eterno conflicto entre el bien y el mal. Pero también de la dualidad del hombre, y de la transmutación de la persona. He pensado dos veces en este libro en apenas tres días. La primera, cuando Isabel García Marcos entró en la cárcel. La segunda, esperando el embarque en un vuelo de Madrid a Málaga. Detrás tenía a dos ejecutivos que lamentaban las prisas de su jefe para que fueran con urgencia a Marbella y uno se lo explicaba al otro: "El jefe quiere que vayamos rápido para que el concejal firme el contrato, ya que, tal y como están las cosas, no se fía de que vaya también a la cárcel". Los dos iban vestidos como impolutos doctores Jekyll de guante blanco, pero hablaban entre ellos como inmorales mister Hyde. Marbella fue una vez La isla del tesoro, otro libro de Stevenson, y la Operación Malaya, de momento, apenas ha logrado destapar a unos cuantos piratas.
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