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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El rey del sainete

Javier Vallejo

En el último tercio del siglo XVIII, un grupo de intlectuales que escriben para la escena pero viven de cargos y prebendas emprende la reforma del teatro español. Gaspar Melchor de Jovellanos, Clavijo y Fajardo, y Tomás de Iriarte creen que el único teatro bueno es el que ellos predican, y que los dramas populares son "escuela de malos ejemplos". En su Memoria para el arreglo de la policía de los espectáculos, Jovellanos tacha los sainetes al uso de perniciosos y barriobajeros, y, para dignificar el teatro, propone subir los precios. Eso "alejará al pueblo, y para mí tanto mejor", dice. La batalla entre ilustrados y casticistas se desarrolló en tres frentes: la política, la prensa y los escenarios. En los dos primeros triunfaron los neoclásicos, pero en las tablas el teatro popular se batió con éxito. El público prefería una buena comedia de magia que una mala refundición de Voltaire. De las comedias de mayor fortuna, se escribieron segundas y terceras partes. Marta la Romarantina, de Cañizares, generó más secuelas que La guerra de las galaxias: su asunto es igual de fantástico. Otros géneros popularísimos son las comedias de jaques y bandoleros, las de figurón, la zarzuela, el sainete y la tonadilla escénica. ¡Qué añejas suenan hoy estas palabras, pero tales géneros tienen equivalentes en las teleseries y en el teatro actual!

Ramón de la Cruz (Madrid,

1731-1794) fue el rey del sainete. Escribió cuatro centenares, de todas las calidades. Una función de la época duraba entre tres y cuatro horas (el público del patio la seguía en pie: las butacas se instalaron mucho después). Sus entreactos se rellenaban con sainetes, piezas cómicas de veinte minutos. Este género y la tonadilla escénica, su hermana, simbolizaron la reacción popular contra las modas importadas. Sus protagonistas son majas, labriegos, chisperos, personajes salados y estrepitosos tomados del natural con trazo firme y rápido. Su molde es el entremés del Siglo de Oro. Como éste, el sainete lleva intercalados canciones y bailes populares: fandangos, siguiriyas, tiranas... La tonadilla escénica, sainete más musicado, zarzuela en miniatura, prefigura el género chico. Llegó un momento en que el público no iba al teatro por la comedia, sino por estos entreactos de los que los ilustrados abominaban. Francisco Ruiz Ramón dice que son "de corto vuelo y nula trascendencia": otras autoridades despreciaron los géneros menores del XVII, y hoy andan puestos en valor. El montaje que la Compañía Nacional de Teatro Clásico estrena el 19 de abril, dirigido por Ernesto Caballero, quiere llamar la atención sobre esta porción de nuestro patrimonio teatral, que la merece sobradamente.

Sainetes reúne cuatro títulos, engarzados por Caballero con partituras del catalán Luis Misón, Blas de Laserna, Pablo Esteve (artífices de la tonadilla), Boccherini y Antonio Rodríguez de Hita, extraídas del Archivo Histórico Municipal de Madrid. Muchas estaban mudas desde el XVIII. "Allí se conserva la música de miles de tonadillas y de sainetes", dice Alicia Lázaro, responsable de la asesoría musical del montaje. Abren el espectáculo La ridícula embarazada y El almacén de las novias. En éste, un hombre que desea casarse es llevado por su criado a una tienda donde se expenden mozas, pero ninguna le quiere. "Su ambiente anticipa al de la película La torre de los siete jorobados, de Edgar Neville", dice Caballero. "Ramón de la Cruz abre caminos hacia el costumbrismo de Arniches, el esperpento, y el universo mágico de Francisco Nieva. En La república de las mujeres, inventa un Estado donde los hombres están condenados a cantar, hacer calceta y puntillas, mientras sus esposas llevan el Gobierno".

Cierra el montaje El Manolo,

tragedia para reír, donde El Tío Matute (tabernero), su mujer (castañera), sus hijos de matrimonios anteriores, sus amantes respectivos y unas verduleras, hablan como personajes de Calderón. Es un recurso que reutilizó Valle-Inclán. Ante una acometida valiente y ridícula del Tío Matute, un parroquiano exclama: "¡Templanza heroica!", y otro: "¡Formidable aspecto!". Siglo y medio más tarde dice el borracho de Luces de bohemia: "¡Cráneo privilegiado!".

Sainetes. Madrid. Teatro Pavón. Del 19 de abril al 11 de junio.

Ensayo de la obra 'Sainetes', de Ramón de la Cruz.
Ensayo de la obra 'Sainetes', de Ramón de la Cruz.MANUEL ESCALERA

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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