Alves hace más grande al Sevilla
El equipo de Juande se clasifica para las semifinales en un barrizal y bajo una nevada
El Sevilla ya está en las semifinales de la Copa de la UEFA, lo mayor que ha hecho en su siglo de fútbol. No fue el mejor de los partidos y durante algún tiempo pareció que su ventaja de tres goles no sería suficiente. El Zenit se había adelantado al inicio de lo segunda mitad y el Sevilla se encogió. Menos Alves. Heterodoxo como es, fue el mejor, el que permitió que la historia sevillista siga agrandándose. Que lo hiciera en un campo sin césped, un barrizal medio helado, dobló su mérito.
La misión del Sevilla era no recibir tres goles. Aunque asegurara -visto lo visto, de boquilla- que había que buscar el tanto de la tranquilidad absoluta, Juande Ramos puso una alineación inédita, novedosa y sorprendente. Volvió Aitor Ocio, aparentemente condenado por orden de la directiva a pasar los pocos meses que le quedan como sevillista viendo el fútbol sentado en el banquillo o la grada. Se colocó de lateral derecho para facilitar que Alves ocupara el interior de esa banda. El Zenit basa su juego en la calma de Radimov, la brega de Vlasov y la velocidad de Kerzhakov, pero Ramos se debía de barruntar que el Sevilla iba a tener que defenderse de un montón de saques de esquina. Y, efectivamente, así fue.
ZENIT 1 - SEVILLA 1
Zenit: Malafeev; Anyukov, Skrtel, Krizanac, Mares; Min (Kozanov, m. 58), Radimov, Vlasov, Sirl (Trifonov, m. 76); Poskus y Kerzhakov.
Sevilla: Palop; Aitor Ocio, Javi Navarro, Escudé, David; Alves, Maresca (Renato, m. 69), Martí, Adriano (Sales, m. 56); Navas y Luis Fabiano (Kepa, m. 61).
Goles: 1-0. M. 50. Min, tras tres rechaces. 1-1. M. 62. Alves centra y Kepa marca.
Árbitro: Stefano Farina (Italia). Amonestó a Alves, Radimov, Anyukov y Luis Fabiano. Expulsó a Kepa (m. 63) por escupir a Radimov y a Krizanac (m. 67) por una dura entrada que lesionó a Maresca.
Unos 18.000 espectadores en el estadio Petrosky, 120 de ellos aficionados sevillistas.
Sorprendió también que colocara a Navas y Luis Fabiano como puntas. El primero es uno de los jugadores más exquisitos, pero también más livianos del fútbol español. Le habría sido más fácil hacer carambolas sobre un saco de garbanzos que tener éxito en su juego de combinación y regate sobre el nevado terreno. Además, con el equipo dedicado a capear las embestidas rivales, cuando le llegaba la pelota con una mínima ventaja para al menos intentarlo, entre la portería y él mediaba un océano de fango.
El Zenit salió como se esperaba. Al mogollón, luchando y ganando todos los balones que atragantaban su carrera en el barro. La primera vez que disparó fue al cuarto de hora con una falta directa. Poskus, poco después, desperdició un fallo de Alves. Pero la mejor oportunidad la tuvo a la media hora. Skrtel cortó un ataque en su área y el balón le llegó a Radimov, que le dio sentido. Pasó en profundidad a Kerzhakov que se coló en diagonal y chutó raso. El Sevilla tan sólo tuvo tres tiros a puerta en la primera mitad. Dos de Maresca -sufrió luego una contusión en el peroné por una dura entrada- se fueron al río Neva y a córner y otro de Alves lo atrapó el portero.
En la segunda mitad, el Zenit salió de nuevo al asedio. Y el Sevilla, un poco más confiado, algo más timorato. A los cinco minutos, el surcoreano Min consiguió marcar al tercer disparo consecutivo sobre Palop desde dentro del área. Afortunadamente, Ramos dejó de creer entonces en su experimento. Sacó a Sales para el interior derecho, pasó a Navas al izquierdo y dio libertad absoluta a Alves, que vive en un momento dulcísimo y que fue el verdadero protagonista y, sin duda, el mejor. En una escapada por la banda lo hizo todo para dejar a Kepa que marcara a placer. Por cierto, el canterano vivió un partido histórico: a los tres minutos de pisar el césped marcó un gol de los que se recuerdan en un club para siempre, pero al minuto siguiente vio la tarjeta roja. El árbitro dijo que se la impuso por escupir a Radimov.
Pero Alves, a lo suyo. En el minuto 71 se inventó otra jugada, le hicieron penalti, lo tiró y lo falló. No le podía salir todo. Pero, desde luego, a Juande Ramos le solucionó la papeleta.
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