Poco para el recuerdo
El Barça fue menos malo y se llevó la primera victoria, que tratándose de un play-off a tres partidos, vale un potosí. Mostró muchos de sus problemas habituales y un juego lejos de ser mínimamente atractivo, pero claro, comparado con lo que enseñó el Madrid, fue más que suficiente un Williams tan acelerado en la dirección como afinado en los triples. Tan desacertados estuvieron los blancos, sobre todo en ataque, que el que Navarro se quedase a cero, sabiendo como se las gasta la bomba cuando tiene enfrente una camiseta del Madrid, no tuvo ni la menor incidencia. Entre unos y otros el partido fue ciertamente deficiente, impropio de unos cuartos de final de la Euroliga aunque según dicen, puede resultar significativo de los tiempos que corren. Mucha intensidad, mucha defensa, pero casi nada, salvo el resultado, dejó para el recuerdo.
El Barcelona lució casi todo lo bueno y lo malo que tiene. Es una plantilla profunda, con gente interesante para poner y quitar. Es capaz de defender sus posesiones con dureza y contundencia y en el otro lado la nómina de jugadores capaces de encarar el aro (unos con más cabeza que otros) es amplia. Pero a día de hoy dista de ser un equipo redondo. Le cuesta dar fluidez a su juego, tiene bases que no son directores, algunas de las decisiones de gente como Fucka o Basile dejan mucho que desear y, salvo Navarro, ningún otro jugador ha logrado ser del todo fiable. Pero claro, luego llega Williams y mete tres triples seguidos en el segundo cuarto de los que el Madrid nunca se recuperó, Kakiuzis saca a pasear su talento o Basile es capaz de meterla desde 9 metros. Cuando tienes enfrente un ataque tan espeso como el del Madrid, esta contundencia, aunque sea pasajera, resulta fundamental.
Una vez más el Madrid naufragó en sus intentos de llevar su casillero a unas cotas mínimas. Le ocurrió contra el Tau y le volvió a pasar en Barcelona. Tiene un tremendo problema de equilibrio en su juego ofensivo. No sólo porque sus jugadores más productivos son exteriores, sino que además, alguno de los interiores como el caso de Hervelle, anotan más de lejos que de cerca. Si a esto sumamos que Hamilton no ha justificado el interés, los líos con el Joventut y el dinero desembolsado y que Felipe Reyes, al que no se le puede poner ni un pero en su esfuerzo, no cuenta entre sus virtudes con la facilidad para hacer puntos, completa un cuadro que trae consigo multitud de problemas. El primero y que resulta de cajón, es que las defensas contrarias dedican casi el 100% de su energía e interés en cubrir al 40% de los jugadores madridistas. Su concentración en Bullock y Rakocevik obliga a estos a esfuerzos heroicos de los que últimamente no han salido bien parados. No contar con un pívot que sea capaz de atraer la atención y de convertirse en vértice y desahogo de los movimientos ofensivos va complicando minuto a minuto la circulación de balón y el hallazgo de buenas posiciones de tiro. Así, poco a poco y coincidiendo con la acumulación de cansancio, el espesor del ataque se acrecienta hasta llegar por momentos a la improductividad total. La que le llevó por segunda vez en tres días hasta la derrota.
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