Una nueva fuerza política reivindica en Italia los "valores cristianos de Occidente"
Berlusconi, en plena campaña electoral, se suma al movimiento de Marcello Pera
Un amplio sector del centro-derecha italiano, apoyado por el propio Silvio Berlusconi, levantó ayer acta de nacimiento de una fuerza política que, a falta de un nombre concreto, podría llamarse Partido del Papa. El presidente del Senado, Marcello Pera, reunió en Bolonia a unas 3.000 personas para lanzar un movimiento teoconservador explícitamente basado en las ideas de Benedicto XVI y en la "defensa de los valores cristianos de Occidente". Pera aseguró que la iniciativa teocon no se agotaría en las elecciones legislativas que Italia celebra esta misma semana.
Para Marcello Pera, este movimiento debería ser el "eje cultural" de todos los grupos conservadores tras los comicios de los próximos días 9 y 10 de abril. El Manifiesto por Occidente, publicado por Pera un par de semanas atrás, había recogido hasta ayer más de 8.000 firmas de apoyo, entre ellas, la de Silvio Berlusconi y las de una mayoría de los candidatos de la coalición berlusconiana.
Un tren denominado Occidente Express partió por la mañana de Roma y, tras una parada en Florencia, llegó a Bolonia para que los viajeros participaran en el acto fundacional del Partido del Papa. En su discurso, Pera habló de "la crisis moral de Europa" y fue diáfano al señalar a su inspirador intelectual: "Sólo un gran hombre ha tenido el coraje de mirar de frente esa crisis, de denunciarla y de apelar a minorías creativas como la que hoy [ayer para el lector] se reúne aquí, con el fin de que hagan lo necesario para superar la crisis. Ese hombre es Benedicto XVI".
Marcello Pera, cabeza de lista de Forza Italia en Emilia-Romagna, Toscana y Piamonte, no siempre fue papista. En otro tiempo perteneció al Partido Radical y fue un político anticlerical. Lo que cambió sus ideas, dice ahora, fue el horror del 11 de septiembre de 2001.
Desde ese día percibió que Occidente se enfrentaba a un "choque de civilizaciones" y que la "decadencia moral" de Europa había llegado a límites alarmantes. "Si los terroristas cometen una matanza en tu país y respondes retirando las tropas que combaten el terrorismo en primera línea, significa que crees ser culpable del acto terrorista que has sufrido", dijo Pera en su discurso.
Con esa referencia a España ilustró "los tres síndromes" de la Europa contemporánea: el de la culpabilidad, el de la desmemoria, el de la desgana. Atacó "la ideología iluminista y jacobina, que suprime todas las religiones", los matrimonios homosexuales, que "suponen una herida para el cristianismo y para nuestra tradición", el relativismo y el multiculturalismo, "para los que un Estado de derecho o una teocracia islámica valen lo mismo". "Un auténtico conservador no puede negar que lo primero que hay que conservar es la tradición, porque es la base de la identidad", agregó. Matizó, sin embargo, que no deseaba la abolición de la ley sobre el aborto, pese a ser para él indefendible, porque conocía "el dramatismo de ciertas situaciones".
El coordinador de Forza Italia, Sandro Bondi, publicó el sábado un artículo en el que auguraba la fusión de todo el centroderecha italiano en un único partido que podría articularse ideológicamente en torno al movimiento de Pera.
Berlusconi rechazó con frecuencia en los últimos días "las sociedades multiculturales y multiétnicas" y se declaró campeón de "los valores cristianos, sin los que no existirían la igualdad entre los hombres ni la democracia".
Último debate electoral
Esta noche, en su segundo y último debate televisado con Romano Prodi, podría seguir echando mano al arsenal de argumentos de Benedicto XVI y Marcello Pera. Su fracaso en el primer debate, en el que se enredó con datos y cifras y acabó exasperándose a sí mismo, le convenció de que le convenía más manejar solamente un par de ideas y atacar continuamente a Prodi.
En medios de Forza Italia se suponía ayer que Il Cavaliere dedicaría el debate a alarmar sobre la presunta subida generalizada de los impuestos que realizaría un Gobierno de centro-izquierda, y a llamar a las urnas a los católicos, que, visto el rendimiento de cinco años de Gobierno berlusconiano, se veían tentados por la abstención.
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