Acelera otro Senna
El nombre de Senna volvió a sonar con fuerza este fin de semana en Australia. Una buena noticia. Aunque han pasado 12 años desde aquel fatídico 1 de mayo de 1994 en el que falleció al estrellarse en el circuito italiano de Imola, la leyenda de Ayrton Senna sobrevuela constantemente los paddocks de los distintos grandes premios de la fórmula 1. Y el de Melbourne no fue una excepción. Fue gracias a aquel gran campeón, ganador de tres títulos mundiales (1988, 1990 y 1991), que Bruno Senna, de 22 años, fue invitado a competir en las cuatro carreras de F-3 que se disputaron desde el pasado jueves. Y no decepcionó a nadie. A pesar de su corta experiencia, ganó tres mangas y, por primera vez en su vida, pudo disfrutar el emocionante momento de ver enarbolar la bandera brasileña, la de su país, desde lo más alto del podio.
"Creo que fue como una espoleta que me disparó hacia el futuro", comentó Bruno, a quien casi le saltaron las lágrimas. Está muy lejos de Ayrton, por supuesto. Pero es que su tío, que fue su primer valedor y quien le aconsejó en sus primeros pasos por el mundo del karting en Brasil, apenas tiene parangones en el automovilismo. Para muchos, fue el más grande; sólo comparable a leyendas tan exquisitas como la del alemán Michael Schumacher o la del argentino Juan Manuel Fangio. Pero él es consciente del camino que le queda por recorrer. "El objetivo ahora es hacer un buen campeonato en la F-3 británica y luego saltar a la GP2, para poder entrar en la F-1 en dos o tres años", afirma.
Para Bruno hubo un momento crucial en su vida. Ocurrió a los diez años de edad, cuando estaba entrando todavía en el karting, el primer paso para cualquier futuro piloto. Pocos días después de que Ayrton le diera los últimos consejos, Bruno tuvo que afrontar el trágico momento de su muerte. "Fue un golpe durísimo", explica. Todo se encalló. Tardó cinco meses en subirse de nuevo a un kart y, cuando lo hizo, sufrió un accidente del que salió con cuatro costillas rotas. Pero insistió. Y llegó un momento en el que tuvo que decirle a su madre, Vivianne, y a su abuela, Neide Senna -la madre de Ayrton y la que le dio el apellido; el del padre era Da Silva-, que quería ser piloto.
"No es lo que más nos gustaba, pero decidimos respetar su decisión", confesó Vivianne. Y Neide, la abuela, agregó: "Lo único que le pedí es que me llamara después de cada carrera, tal y como hacía Ayrton. Cuando Ayrton no me llamaba, no sufría porque hubiera podido tener un accidente, sino porque sabía que no le había ido bien. Si ganaba, llamaba inmediatamente".
No sólo eso. La familia puso sobre la mesa el dinero necesario para que Bruno pudiera competir. Eso ocurrió en 2004. Y desde el primer momento Vivianne pidió al ex piloto Gerard Berger, gran amigo de Ayrton, que dirigiera su destino.
Lo primero que hizo el piloto austriaco, entonces director deportivo de BMW, fue llevarse a Bruno a Europa. Le dio un coche y compitió en la fórmula BMW. Su primer podio lo logró, no obstante, en Macao en una carrera de F-Renault con un coche que no conocía y con el que acabó el segundo. Sin embargo, fue el propio Berger quien le aconsejó incorporarse a la F-3 británica. "Allí aprenderás mucho y te acostumbrarás a competir", le dijo.
Con sólo cinco carreras a cuestas, ingresó en la F-3, algo inaudito en la historia de la competición. Pero en su 23ª prueba, en el circuito alemán de Nurburgring, sorprendió a todos logrando la pole position y acabando el segundo. Concluyó el año con otros dos podios: segundo y tercer en dos carreras en Silverstone.
Este año seguirá compitiendo en la F-3 británica en el equipo que patrocina Kimi Raikkonen, y se espera que dé un salto cualitativo muy importante. "Está ahí y puede lograrlo. Creo que tiene talento", afirma Berger. El tiempo parece darle la razón. En la primera cita del año, con una invitación, Bruno ganó tres de las cuatro carreras de F-3 que se disputaron este fin de semana en Australia y volvió poner en el candelero el legendario nombre de su tío, Ayrton Senna.
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