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La paz no es para mañana

La declaración de ETA de un "alto el fuego permanente", en todos los que han sentido una intensa alegría, se ha transmutado en una declaración de paz. No de la paz que será el fruto de un largo y difícil camino para conseguirla, sino de la paz ya conseguida. Sin embargo, la paz verdadera no es para mañana ni tampoco para un tiempo cercano. En sus medidas intervenciones en las Cortes, el presidente del Gobierno habló de prudencia, de cautela, del largo y difícil camino. Tiene toda la razón. Los obstáculos que habrán de salvarse en este arduo y escabroso camino son muchos.

El primero procede de la propia ETA. ¿Cuáles son las condiciones que han de cumplirse para que ETA abandone las armas para siempre? El presidente y el líder del principal partido de la oposición han dicho y repetido que ese desarme no puede comportar un precio político. Por lo tanto, si continúan armados para convertirse en garantes del resultado del "diálogo entre todas las fuerzas políticas sin exclusiones", del que hablaron Otegui y el lehendakari, difícilmente podría abrirse el diálogo para alcanzar la paz.

Tampoco sería posible la legalización de Batasuna puesto que tendría que condenar, precisamente, esa permanencia armada de ETA. Y este obstáculo es mayor que el hecho de los procesamientos y prisiones de sus líderes por los jueces de la Audiencia Nacional. Desde la cárcel o en libertad provisional bajo fianza un líder político puede participar en una negociación.

El segundo obstáculo procede del llamado derecho de autodeterminación al que el lehendakari Ibarretxe ha transformado en el eufemismo del "derecho de los vascos y vascas de decidir su futuro por ellos mismos"; derecho que no cabe dentro de nuestra Constitución y por lo tanto convierte esta petición de ETA, de Batasuna, de EA y del PNV, en un problema sin solución; porque el futuro de todas las vascas y vascos depende, con la Constitución vigente, de ellos y de lo que decidan todos los españoles.

Porque otro problema y bien importante es el nacionalismo del PNV en su vertiente soberanista. Soberanismo extremo en el caso del PNV de Arzalluz y Eguibar, y mucho más matizado en el de Ardanza y de Imaz, el actual psidente del partido. La postura del PNV es una condición necesaria para el diálogo que se quiere abrir y para la paz.

Está además por resolver lo qué entiende el PP por "precio político" y "derrotar al terrorismo en el marco del Pacto contra el Terrorismo", cuando el presidente Zapatero habló de la necesaria unidad de todas las fuerzas políticas, y de un camino que hay que recorren dentro "de la democracia y de la ley". Las palabras, cada palabra, tiene en estos momentos una importancia decisiva. Y la pregunta clave es: ¿Sabe el PP qué papel quiere jugar en este momento histórico? O aún mejor: ¿Está dispuesto el PP a colaborar desde la oposición lealmente, aunque sea críticamente, con el Gobierno?. Habrá que verlo. Hasta ahora, en este tema del terrorismo de ETA, no ha sido así.

Están las víctimas del terrorismo de ETA que, se quiera o no, harán larga y difícil cualquier reconciliación futura, porque sus familiares no podrán ver sin sentir un rechazo amargo y profundo a los que consideren autores, por acción o inducción, cómplices o encubridores, de sus muertes violentas. La reconciliación profunda dentro de la sociedad española y de la vasca, necesitará mucho tiempo, quizás el tiempo de una generación; y por parte de las fuerzas sociales y políticas, durante ese tiempo, tanta atención a las víctimas, como capacidad de comprensión y de caritas.

Y están los presos, que será, eso sí que es seguro, la primera petición no sólo de ETA, sino también de Batasuna y de todos los abertzales. Las dificultades que este tema pueda traer consigo se agrava con el cambio en el cómputo de las penas de la última jurisprudencia del Tribunal Supremo. Porque no nos engañemos, como en la tregua anterior, en ésta, si ETA deja y entrega las armas, habrá acercamiento de presos y excarcelaciones.

Y habrá que contar con que grupos radicales de unos y otros harán lo posible por imposibilitar no ya la paz, sino el diálogo. Incluyo aquí la posibilidad de que algunos etarras rompan con los que quieran abrir una vía de diálogo y lleven a cabo atentados terroristas. Ya ha pasado en Irlanda.

La paz no es para mañana. Sin embargo... No se puede perder la esperanza. Porque es evidente que el deseo de paz, la misma palabra paz, tiene desde el día 22 de marzo de este año una fuerza expansiva y curativa tan poderosa como una explosión solar; porque ETA sabe hoy que el terrorismo es un camino cerrado y sin sentido alguno, que rechazan la sociedad vasca, la española y todo el mundo occidental, que nada va a conseguir con la violencia y nada ha conseguido; porque la democracia y el diálogo son la vía para resolver, eliminar o transmutar los problemas más difíciles o que parecen insolubles; porque además hoy hay un presidente y un Gobierno en España que creen que la democracia y el diálogo son el método para enfrentarse con ellos; y porque si fuerte es el pesimismo y la negación tan fuerte o más es la esperanza. Y el presidente José Luís Rodríguez Zapatero es un hombre de profundas convicciones y de esperanza.

Repito: la paz no es para mañana; pero si ETA abandona para siempre las armas y se inicia el camino que debe conducir a la paz, la paz se alcanzará. Así sea.

Alberto Oliart ha sido ministro de Industria y Energía y de Sanidad y Seguridad Social en Gobiernos de Adolfo Suárez, y ministro de Defensa con Leopoldo Calvo Sotelo.

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