La multinacional multidoméstica
Telefónica desarrolla una nueva estrategia basada en la integración de sus negocios de telefonía fija, móvil e Internet, en la expansión internacional fuera de Latinoamérica y en la venta de filiales secundarias
Telefónica quiere dar una vuelta de tuerca a su estrategia como operador global. El grupo va a seguir apostando por la expansión internacional pero, al mismo tiempo, desea integrar de nuevo sus negocios de telefonía fija, móvil e Internet con el fin de ofrecer paquetes integrados de servicios adaptados a la realidad de cada país. A ese objetivo van encaminadas las últimas operaciones, como la absorción de Terra y de Móviles y su exclusión de Bolsa y la venta negocios no estratégicos, como Páginas Amarillas. Sus motores de crecimiento son la telefonía móvil y el ADSL en los mercados maduros (España y Europa), y la popularización de las comunicaciones en los emergentes
Telefónica está compatibilizando su repliegue con importantes adquisiciones en el mercado internacional
El universo de las telecomunicaciones se contrae. El sector vivió a finales de los 90 y comienzos de esta década su big bang. Había que expandirse a toda costa, mediante costosas adquisiciones y por la diversificación. Los operadores de telecomunicaciones casi despreciaban la que había sido hasta entonces la misma razón de su negocio -hablar por teléfono- y se lanzaron a la compra de portales de Internet o de canales de televisión. En aras de esa diversificación, y para financiarla, sacaron a Bolsa sus filiales, aunque porcentajes exiguos del capital, para seguir teniendo el control absoluto de las mismas y protegerse contra cualquier operación hostil.
A este crecimiento desmedido e irracional se le llamó, posteriormente, la burbuja tecnológica cuyo pinchazo supuso una de las mayores crisis financieras en forma de pérdidas multimillonarias, desplome en las cotizaciones, destrucción de empleo y desaparición de compañías. Asistimos ahora a un movimiento contrario de contracción, con macrofusiones defensivas, absorción de filiales y venta de negocios paralelos.
En ambos movimientos, Telefónica ha estado siempre en la avanzadilla. En la burbuja, protagonizó macrooperaciones como la compra de Lycos o de Endemol; sacó a Bolsa a TPI-Páginas Amarillas, Terra y Móviles, y llegó a tener un imperio mediático con televisiones (Vía Digital, Antena 3 y Azul), cadenas de radio (Onda Cero) y hasta participaciones en grupos editoriales (Recoletos y Pearson). Ahora, en la reacción, la multinacional española se ha apresurado a desprenderse de sus negocios no básicos y a integrar sus filiales sacándolas de Bolsa. Los últimos movimientos ponen la guinda a esa política: integración de Terra y Móviles, con su exclusión de Bolsa, y puesta a la venta de TPI.
Pero, a diferencia de otras operadoras, Telefónica ha compatibilizado ese repliegue, con importantes adquisiciones que, constituyen, de hecho, la mayor etapa de expansión internacional de su historia. Baste decir que sólo la compra de las filiales hispanoamericanas de móviles de BellSouth, la adquisición del ex monopolio checo Cesky Telecom y del operador británico de móviles O2, y la toma de una participación de China Netcom han supuesto un desembolso de más de 40.000 millones de euros, el 60% de la capitalización bursátil del grupo.
Telefónica, que presumía hasta hace poco de ser la más internacional de nuestras multinacionales, ahora le gusta llamarse multidoméstica. La expresión viene a subrayar el intento de combinar una escala global (actualmente está presente en 19 países) con la eficacia comercial en cada mercado local. "Es decir, no aplicar las mismas fórmulas comerciales en todos los países, sino adaptarse a cada mercado. Puede que en España la estrategia pase por aprovechar nuestra red para comercializar conjuntamente paquetes de voz, datos y televisión, pero tal vez en otros países, como Perú, la prioridad esté en conseguir que la gente tenga una línea fija", explica un ejecutivo de la compañía.
Bajo esta definición, Telefónica es, sin duda, el operador integrado más multidoméstico del sector a nivel mundial, ya que un 60% de sus ingresos, incluyendo O2, proviene de fuera de España, frente a un 40% en el caso de Deustche Telecom y France Telecom, un 6% en el caso de la estadounidense Sprint-Nextel o un 1% en el caso de la nueva AT&T.
Las razones que dan los analistas financieros para esta estrategia son tan variadas y acomodaticias como las que ofrecieron para justificar la expansión desenfrenada que dio lugar a la burbuja. Entre ellas figura la sinergia entre negocios, la reducción de costes, necesidades financieras y comercialización de servicios por paquetes (telefonía fija y móvil, televisión e Internet).
La incredulidad sobre esas razones se refleja perfectamente en el informe del BBVA sobre la adquisición del 7,54% de Móviles por Telefónica: "No aporta ningún beneficio significativo adicional a los que se conseguían teniendo el 92,4% de la compañía. Esta era la tesis oficial de Telefónica cuando se le preguntaba acerca de la posible OPA sobre su filial, y es una tesis que suscribimos al 100%. Pero que no sea especialmente beneficioso no quiere decir que no sea necesario. Es más que probable que esta fusión se acometa como condición necesaria para ofrecer servicios convergentes de fijo-móvil".
En efecto, el ahorro de costes no parece ser una razón de peso para sacar de Bolsa a Terra o a Móviles, si bien las sinergias en todo el aparato corporativo son obvias, como ocurrió con la desaparición de la filial de Internet, que dejó de cotizar en julio del año pasado, ahorrando 270 millones de euros a la matriz en tres años sólo por este concepto.
Este modelo de fusión de filiales ya ha sido aplicado embrionariamente por Telefónica en la República Checa, con la integración del negocio fijo de Cesky Telecom con el de móvil Eurotel, en una nueva compañía denominada Telefónica 02 Czech Republica, ya que su tutela ha sido encargada a los máximos ejecutivos de O2.
No obstante, todos los analistas y la propia compañía hacen mucho más hincapié en los beneficios de la integración de servicios, la misma que hace cuatro años era demonizada en aras de la especialización. Entonces el ejemplo a seguir era Vodafone, que se centraba sólo en un negocio -el de móviles- en lugar de dispersar esfuerzos. De esa focalización en el core business (negocio básico), al que se apelaba hasta poco como paradigma del modelo de gestión de una operadora de telecomunicaciones, se ha pasado al triple play (ya cuádruple), es decir, a la comercialización conjunta de servicios de voz, Internet, televisión y, ahora, también de móvil.
Un informe de Spirito Santo corrobora la pertinencia de esta estrategia y afirma que "Telefónica cierra la puerta a un potencial problema, no solamente por la integración de los negocios móviles sino también respecto a la tendencia futura del sector de las telecomunicaciones". Los analistas destacan, en este sentido, las ofertas agrupadas de fijo y móvil, la combinación de sinergias con O2, y también una posición más competitiva en el negocio celular (en España y Latinoamérica) con la oferta potencial de 4 play.
Oferta integrada
Telefónica ha dado ya los primeros pasos de una oferta integrada con la comercialización de su Dúo y Trío de los que ya ha vendido más de 1.180.000 paquetes. A esa oferta pretende ahora unir el móvil, una vez que la filial sea absorbida. Pero no le va a resultar fácil por la oposición de la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT). El regulador se ha mostrado siempre reacio a esa integración de paquetes por entender que no puede ser replicada por los rivales, y ha recibido con mucho recelo la noticia de la compra total de Móviles por el grupo.
El director general de desarrollo del negocio y número dos del grupo, Julio Linares, clama contra esa política, y acusa a la CMT de favorecer a multinacionales como France Telecom, a las que sí permite una total libertad comercial. La operadora francesa, tras la compra de Amena, está en disposición de ofrecer paquetes integrados de servicios, y además goza de tarifas reguladas por alquilar la red de Telefónica.
El grupo que preside César Alierta se plantea ahora "tres motores de crecimiento". El primero es la telefonía móvil en los mercados maduros, que aún tienen un importante potencial mediante el aumento de los usos actuales, tanto en voz como en datos, así como por aplicaciones basadas en la movilidad, aplicables tanto al ocio personal (descargas de juegos, logos, televisión, etcétera) como a las que se basan en todo tipo de máquinas (automóviles, sensores, cajeros automáticos).
Un segundo motor, también en mercados maduros, es la banda ancha fija (ADSL), que "continuará aumentando su penetración, apoyándose en la creciente demanda de servicios y aplicaciones como la televisión interactiva, en el hogar, o el outsourcing de aplicaciones, sistemas y puestos de trabajo informáticos, en las empresas", explica la compañía.
Y el otro gran motor de crecimiento, en el que Telefónica está mejor posicionada que cualquier otro operador europeo o estadounidense es la popularización de las comunicaciones en los mercados emergentes, como Latinoamérica o China, "que comienza con la expansión de los negocios fijo y móvil tradicionales y que continúa con servicios más avanzados, conforme su economía se consolida y se moderniza", asegura la compañía.
Soltar lastre para crecer
Telefónica va a aligerar aún más su organigrama en un futuro próximo, no sólo con la integración de sus divisiones de móviles e Internet, sino también con la venta de filiales no estratégicas.
TPI-Páginas Amarillas ya ha sido puesta a la venta, y Telefónica espera recaudar más de 2.000 millones por el 59,9% del capital que aún controla. El mismo destino le espera a Endemol, la productora de televisión, cuyo 22% cotiza en Bolsa, a la espera de un comprador.
Y aunque todavía no tiene colgado el cartel de "se vende", Atento está igualmente en la lista de negocios no estratégicos. La filial de atención telefónica es ya rentable y tiene presencia en la práctica totalidad de los países donde trabaja el grupo.
Sin embargo, el gran dilema de Telefónica es dirimir si sigue o no adelante en su alianza con Portugal Telecom y sobre la que el grupo industrial Sonae ha lanzado una OPA. A la española, a la que el gobierno portugués ha vetado aumentar su participación, le vendrían muy bien los más de 1.000 millones de euros que obtendría por le venta del 9,5% que controla.
Esos fondos le servirían para adquirir la compra del 50% que aún no controla de Vivo, la mayor operadora brasileña de móviles, cuyo capital comparte con Portugal Telecom. Tampoco le supondría ningún problema desprenderse del 1% que tiene en el BBVA.
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