Réquiem por la ECPF

La semana pasada conocimos los resultados provisionales de la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares (ECPF) del cuarto trimestre del pasado año. Es una encuesta que ha venido realizando el INE de forma continua desde 1997 (antes la hacía con otra metodología) a un panel de unas 8.000 familias. Durante una semana de cada trimestre (diferente en cada caso) la mitad de esta muestra anotaba en una libreta exhaustivamente el valor de todos los bienes y servicios de consumo que había adquirido en esa semana. Además, a lo largo del trimestre se entrevistaba a las 8.000 familias y se les pedía información sobre los bienes y servicios cuyo lapso de adquisición superaba la semana (por ejemplo, automóviles) y que hubieran adquirido en los 3 meses previos a la entrevista. Ello quiere decir que la información obtenida, aunque se publicaba trimestralmente, no se refería a trimestres naturales, pues dependiendo de la semana en que se realizasen dichas entrevistas, los 3 meses previos de referencia eran diferentes y en todo caso nunca coincidían con los tres meses del trimestre natural en el que se realizaban las entrevistas. Es decir, que aunque la encuesta, como otras que realiza el INE, se llamase continua y se publicase trimestralmente, no tenía las características habituales de las estadísticas coyunturales que tratan de medir los niveles y las variaciones de la variable investigada en un periodo determinado concreto (un mes o un trimestre naturales).

El seguimiento del consumo de los hogares sigue siendo una asignatura pendiente

Los males de esta encuesta, como indicador coyuntural, no quedaban ahí: las variaciones que registraban los gastos de los hogares de un trimestre a otro eran muy volátiles; los resultados se publicaban con demasiado retraso; la información que proporcionaba el avance de los datos provisionales era escasa (sólo se daba información agregada a nivel de dos grandes tipos de gastos, alimentación y resto, tardándose casi un año en publicar la información definitiva y más desagregada); la correlación con la evolución de la variable que pretendía medir (el consumo) era débil, y, en fin, en estos avances provisionales sólo se publicaban datos sobre los gastos de los hogares, pero no sobre los ingresos. Todo ello explica que los analistas de la coyuntura hayamos utilizado tan poco esta estadística. La utilidad de la misma era fundamentalmente la de realizar estudios estructurales, pero apenas era apta para la coyuntura. Los gráficos adjuntos, en los que se representa la evolución del consumo estimado por la CNTR, la del gasto total de la ECPF y la de otros indicadores de consumo, ilustran algunos de los comentarios anteriores. También ponen de manifiesto la evolución dispar de todos estos indicadores parciales y de calidad discutible en muchos casos, que hace extremadamente difícil el diagnóstico sobre la evolución reciente y las tendencias de esta variable clave para la marcha de la economía a corto plazo.

Ahora el INE nos anuncia que va a cambiar la metodología de esta encuesta y que la periodicidad de la nueva va a ser sólo anual, no trimestral. Se acabó la ECPF, descanse en paz. Por eso he hablado de ella en pasado. No se pierde mucho, la verdad, pero el problema es que no se la reemplaza con nada. El seguimiento coyuntural del consumo de los hogares, que constituye el 57% del PIB, sigue siendo una de las asignaturas pendientes, quizá la mayor, de nuestro sistema estadístico.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).