_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La cara de la desgracia frente a la muerte

No es la primera vez que se publican las Obras completas del gran precursor del "mal-llamado-boom" de la novela hispanoamericana Juan Carlos Onetti, aunque sí de verdad enteras y en España, pues la primera (Aguilar, 1970), con un buen prólogo de su compatriota Emir Rodríguez Monegal, apareció editada en México, sin duda por dificultades de la censura de la época. Esta nueva, verdaderamente completa, cuyo primer volumen de los tres previstos, aparece muy bien introducida por su amiga de los últimos tiempos Hortensia Campanella, directora de la Casa de España en Montevideo, de la que me alegro de recibir tan buenas noticias, y de un emocionante texto de la cuarta y definitiva esposa del escritor, la violinista Dorotea (Dolly) Muhr, así como una buena explicación del escritor mexicano Juan Villoro, que presenta con sabiduría y detenimiento las cinco primeras novelas (y algún texto complementario) de esta obra capital: El pozo (1939), Tierra de nadie (1941), Para esta noche (1943), La vida breve (1950) y Los adioses (1954), estas dos últimas sendas obras maestras, que, desde luego, no iban a serlo tan sólo al final, pues habría que añadirles por lo menos otras dos -Juntacadáveres (1961) y El astillero (1964)- y al final la antepenúltima, Dejemos hablar al viento, con la que obtuvo el Premio de la Crítica entre nosotros en 1979, el año anterior al que le fuera concedido el Premio Cervantes, que supuso ya su consagración total.

OBRAS COMPLETAS. (Novelas, I)

Juan Carlos Onetti

Edición de Hortensia

Campanella

Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

Barcelona, 2005

980 páginas. 55 euros

Más información
"Cuando entonces..."

Su carrera, desde el aldabo

nazo (inaudible) de El pozo (1939), había sido lenta, casi secreta y demasiado larga. Aquella primera novela corta cayó en silencio, pues era un pequeño casi folleto, impreso en papel de estraza, con un falso picasso en la portada, de un centenar de páginas, donde sin embargo se anunciaba ya el final de la época dorada de un Uruguay que había sido considerado como "la Suiza americana", un país próspero y democrático en un contexto geográfico convulso y repleto de tiranías y golpes de Estado a veces sangrientos, pero que iba a entrar en decadencia poco después, uniéndose al coro de catástrofes geopolíticas cuyas sacudidas repercutirían personalmente en la vida del escritor, y que provocarían su exilio final en España. El monólogo nocturno de Elías Linacero, que oscila entre dos obsesiones, la pérdida de un amor puro y la imposibilidad de otro impuro, instala en la literatura uruguaya de entonces una negrura y un pesimismo que anuncian, de manera existencialista y "celiniana" -el influjo decisivo de Faulkner vendrá después-, toda la decadencia posterior, pero de la que nadie se dio cuenta, pues fue una especie de espoleta retrasada, que nadie advirtió en su época. Tras el intento de Tiempo de abrazar, de la que sólo se conservan fragmentos -aquí incluidos- por haberse extraviado el manuscrito, presentado infructuosamente a un concurso (y no será la única vez, Onetti fue un experto en quedar finalista en concursos), de donde nos han quedado algunos cuentos dispersos. Tierra de nadie, su segunda novela completa, es un buen intento se arrancar a la literatura de su tiempo de la narrativa costumbrista, indigenista y del "buen salvaje", para imponer -que no lo hizo- una "novela urbana" y múltiple, calidoscópica, y con muchos personajes, entre los cuales aparecerá ya uno, Larsen, que le dará más juego posteriormente.

Dos años después, Onetti pu

blica su tercera novela, Para esta noche, donde, inspirado por los sucesos de la Segunda Guerra Mundial y la Civil española, se extrae de su contexto latinoamericano, y crea una fábula más abstracta, aunque también termina mal, pues el rescate de la niña del enemigo por quien ha provocado la muerte de su padre tampoco tendrá una salida válida (y aquí se ha observado la vaga mención a una posible influencia de la Lolita de Nabokov, en la fascinación por la niña de su protector, que también es una acusación a posteriori). Pero no fue hasta la publicación de la cuarta, la monumental La vida breve en 1950, cuando Onetti creó, aparte de su mejor y más larga novela, la fundación real de su obra, con la invención, esta vez bajo la mejor inspiración de Faulkner, del mito de Santa María, con la que recuerda al condado de Yoknapatawpha, Macondo, o el español benetiano de Región, todos ellos de la misma estirpe, pues como ha dicho Javier Vásconez "de Faulkner venimos todos". La vida breve, una larga narración casi coral, en la que, tras la impresionante narración de la ablación de mama de su esposa, se encadenan personajes -Brausen, Díez Grey, la Queca, un crimen- que se "telescopian" para fundirse en la fundación de "Santa María", una población imaginada a caballo entre Buenos Aires y Montevideo, a orillas de un gran río perezoso y sucio, destinado a atravesar El astillero y Juntacadáveres, las aventuras de Jorge Malabia y su burdel, o las del recuperado Larsen y que desembocarán en el holocausto de Dejemos a hablar el viento. Aunque otra obra maestra, que cierra este volumen, la novela corta Los adioses se sitúe fuera de Santa María (y es una de las más ambiguas y misteriosas) participa del ambiente de pesimismo y tristeza de su obra entera: sucede en un escenario singular, una residencia de enfermos del pecho, un antiguo deportista entre dos mujeres -una con niño incluido- destinados a la muerte, y con un testigo, un narrador que es un correo postal también, lo que cierra con broche de oro este primer volumen. Y donde se recogen las buenas informaciones del documental que le rodó Ramón Chao para la televisión francesa, y del que hay un buen libro posterior.

Entre sus cuentos y novelas

cortas (edición hasta hoy de referencia, con un buen prólogo de Muñoz Molina en Alfaguara, 1994) hay un título de una de sus novelas cortas (atención a muchos de sus títulos, que son toda una lección) que define muy bien la amargura y pesimismo de toda su obra: La cara de la desgracia. Una desgracia a la que Juan Carlos Onetti se enfrentó con paciencia, exilios y tenacidad y a la que venció a través de la muerte.

Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909-Madrid, 1994) visto por Loredano.
Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909-Madrid, 1994) visto por Loredano.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_