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Reportaje:MÚSICA

Bang on a Can: fusión en Nueva York

No es habitual hablar de fusión en el ámbito de la música clásica de tradición moderna, pero es obligado frente a experiencias musicales que llegan del área norteamericana. La música en Estados Unidos no se puede entender sin fusión, tanto la de orientación clásica europea como toda la historia del jazz serían inexplicables sin una u otra forma de mezcla.

El pop y el rock han carecido de una tercera dimensión: la del paso del tiempo; los héroes del rock apenas han podido madurar porque la fuente de su legitimidad no ha dejado de ser el relevo generacional, el factor joven. Pero, a su vez, los estilos con proyección temporal, con alma, por así decirlo, el jazz, el clásico, etcétera, no han dejado de mirar el éxito clamoroso, la apabullante presencia social, la economía gigantesca e inflaccionaria del pop y el rock. Entre los géneros que constituyen un trayecto vital para los artistas (jazz, clásica...) y los que se legitiman primordialmente en su arranque juvenil no podía haber apenas fusión, sólo pillaje; los géneros "serios" hubieran querido robar al juvenil su fuerza económica, y el pop-rock no ha dejado de entrar a saco en la "honorabilidad" de los cultos cuando su pujanza económica se ha hecho valer.

Ahora bien, la música con-

temporánea de base clásica tiene necesidad de refrescarse, hasta el momento ha rechazado dejar jugar en su patio a estilos "plebeyos" pero quizá ahora esté descubriendo que si lo hace puede pilotar la nave. Ése parece el mensaje de Bang on a Can. En un ámbito cultural como el americano en el que el jazz cumple más de un siglo de historia y tradición y el rock más de medio, Bang on a Can podría ser una astuta respuesta contemporánea a un problema en el que ningún género musical es ya un recién llegado. En todo caso, es una buena respuesta a la posibilidad de fusionar desde el mando de la música moderna de base clásica.

Bang on a Can podría traducirse como tocar, golpear o hacer sonar una lata. Con este provocativo nombre nació en Nueva York, en 1987, una asociación de la mano de tres compositores poco conformes con lo que sucedía a su alrededor: David Lang, Michael Gordon y Julia Wolfe. No les gustaba nada ver los conciertos de música "seria" contemporánea semivacíos y con intérpretes y público tan estirados. Tampoco entendían que sus colegas del mundo del arte y la cultura más vanguardista (y estamos hablando de Nueva York) apenas supieran o se interesaran por sus experiencias. Bang on a Can fue al principio una modesta serie de conciertos diferentes, luego un maratón, con el tiempo llegaron a ser un festival y, poco a poco, se ha convertido en una institución que ha innovado incluso en el campo de la financiación a través de una entidad llamada The People's Commissioning Fund, gracias a la cual recogen dinero en pequeñas y medianas cantidades para proyectos y encargos a compositores. Han creado un instituto, un festival de verano, un sello discográfico y lo que constituye su cara pública: un ensemble llamado Bang on a Can All Stars, formado por seis músicos con una exigente formación clásica, alma de jazzistas, fisonomía exterior de rockeros y vocación de alborotadores en escena. Y, a punto de cumplir los veinte años del proyecto original, hoy se pasean por el mundo mostrando esa vena mestiza de la que también hacen gala otros, como el californiano Kronos Quartet, aunque con la diferencia de que los neoyorquinos tienen una vinculación con los compositores realmente fundacional.

Los All Stars de este fenómeno que se ha empeñado en dar la lata son el clarinetista Evan Ziporyn, la violonchelista Wendy Sutter, la pianista Lisa Moore, el percusionista David Cossin, el bajista Robert Black y el guitarrista eléctrico Mark Stewart, a ellos se añade el talento del ingeniero de sonido Andy Cotton. La actual gira europea del sexteto los lleva a Eslovenia, Eslovaquia, República Checa y París antes de recalar en Granada y Sevilla y, finalmente, dar el salto a México DF.

El programa que brindan en las dos ciudades andaluzas es toda una declaración de intenciones. Se abre con una pieza de uno de los fundadores del Bang, Michael Gordon, acompañada por un filme de Bill Morrison; luego viene un histórico, Conlon Nancarrow, ese inclasificable compositor que tras participar en la Guerra Civil española (como brigadista), se refugió en México para realizar en silencio una alucinante obra dedicada al piano mecánico que ha visto la luz hace pocas décadas, el clarinetista del ensemble ha transcrito algunos de sus Estudios pianísticos; en tercer lugar, Brian Eno, el sofisticado músico a caballo entre el pop, la new age y la vanguardia electrónica, con una música para aeropuertos arreglada por el propio Michael Gordon; luego es el turno de otro fundador, David Lang, pero como arreglista de varias canciones de Lou Reed; otro músico con experiencias en el rock sofisticado americano, Fred Frith, sigue la cuenta; y por último, una obra del holandés Louis Andriessen, otro músico "mestizo" mejor conocido en este lado del Atlántico. Como se ve, una curiosa y sorprendente mezcla de tendencias y géneros que debería ser irresistible para públicos de distintos intereses, aunque está por ver si lo que en Nueva York es una buena respuesta lo sigue siendo en otros ámbitos. La propia arquitectura de la gira de los All Stars es todo un indicio, sólo París se ha apuntado como representante de los foros tradicionales de la "vieja Europa". En cuanto a su presencia en las Jornadas de Música Contemporánea de Andalucía es un síntoma del probado buen ojo de sus promotores.

Las jornadas de música contemporánea andaluzas juntan dos eventos con origen distinto e historia común: las jornadas de Granada del mismo nombre, que van por la edición XVII y se celebran en el Teatro Alhambra, y el más joven ciclo de Sevilla, acogido al Teatro Central. En esta ocasión, las jornadas constan de once conciertos, ocho de ellos repetidos en ambas ciudades. La temporada se inició el pasado 14 de febrero y se prolonga hasta el 17 de mayo. Tiene citas novedosas, como el Metamkine, cine para los oídos (18 y 19 de abril), el Barton Workshop (4 y 5 de abril), el Cuarteto Penderecki (16 y 17 de mayo) o el argentino Grupo Encuentros que inició la temporada con un homenaje a Borges. Los intérpretes locales tienen o han tenido también su sitio, como la Orquesta de Córdoba (7 de abril), Solistas de Sevilla (21 de febrero y 1 de marzo), Taima Granada (25 de abril y 3 de mayo) o el Taller Sonoro (9 y 10 de mayo). Además de los pianistas Ralph van Raat (14 de marzo) y Ana Guijarro (22 de marzo).

Los integrantes de Bang on a Can All Stars.
Los integrantes de Bang on a Can All Stars.NICK RUECHEL

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