El Athletic cierra la muralla
El equipo de Clemente hace bueno su temprano gol ante el Celta
En la confrontación de estilos que presenció Balaídos, el granito se impuso al tercipelo. Un granito áspero e impenetrable, impermeable al suave guante con el que el Celta intentó lijarlo. Espoleado por el abismo del descenso, el Athlétic se puso muy serio y obtuvo más de lo que pretendió, gracias a un gol tempranero que contó con la colaboración de una pareja inédita de centrales. Aduriz adelantó a su equipo en la única ocasión de la que disfrutaron los vascos y con 84 minutos por delante, tiempo de sobra para que el Celta, sin perder la paciencia hasta los minutos finales, intentase abrir la muralla con un fútbol de salón. De un salón sin porterías, porque las perdió de vista un Celta algo obsesionado por trazar la pared del siglo. Cosas de un equipo algo tierno y a menudo romántico, que careció de la electricidad que le sobra a escuadras como la de Clemente. Como apuestas así son a largo plazo, la derrota dolió menos.
CELTA 0 - ATHLETIC 1
Celta: Pinto; Ángel, Méndez (Núñez, m. 76), Lequi, José Enrique; Oubiña; De Ridder (Gustavo López, m. 74), Jorge Larena (Perera, m. 63), Canobbio, Silva; y Baiano.
Athletic: Lafuente; Expósito, Prieto, Ustaritz, Amorebieta; Yeste (Dañibeitia, 70), Murillo, Gurpegui, Iraola; Aduriz (Guerrero, m. 76) y Etxeberria (Tiko, min. 54)
Gol: 0-1. M. 6. Etxeberria toca en la frontal del área para Aduriz, que ajusta al palo.
Árbitro: Miguel Ángel Ayza. Mostró tarjetas amarillas a Aduriz, Gurpegui, Oubiña, Yeste y Núñez. Expulsó a Expósito por doble amarilla en el minuto 87.
Unos 15.000 espectadores en Balaídos. Los jugadores del celta lucieron una camiseta en apoyo a Giovanella.
El gol de Aduriz llegó con tanta rapidez que enrocó a los dos equipos en sus propuestas. Lequi y Méndez dudaron, Etxeberría tocó según le venía y Aduriz resolvió como lo hacen los goleadores: con rapidez y suficiencia, de un disparo muy ajustado al palo derecho de Pinto. Desde ese momento, el Athlétic fue más Athlétic, y tampoco el Celta renunció a la elaboración, aunque vivió más de errores de bulto de su rival que de su capacidad para crear oportunidades.
Los dos futbolistas más prometedores del Celta, Oubiña y Silva, se reivindicaron echándose el equipo a sus espaldas, y el grupo de Vázquez se gustó, pero su fútbol tuvo un halo artificioso, porque se atascó una y otra vez en el balcón del área. Por delante de Oubiña hay en el Celta gente que gusta de tratar la pelota con delicadeza, pero ocurre que todos son de los que trazan diagonales hacia el área y ninguno de los que buscan la línea de fondo, y al equipo le faltó alguien que metiera balones desde los costados. Sólo De Ridder asume esas responsabilidades, y por ahí llegaron las oportunidades de un Celta que remató más que de costumbre, pero lo hizo mal. Como cuando el descanso se echaba encima, y un centro del holandés se lo sacó Ustaritz a Lafuente de las manos para que le cayera a Canobbio a plomo. Tuvo tiempo el uruguayo hasta para meditar, pero le dio a la pelota con la tibia.
Defender el gol de Aduriz fue relativamente sencillo para el grupo de Clemente, que selló la frontal del área con sus laterales. Y le quedaba en la recámara la bala de Yeste, que acabó barriendo todo el frente de ataque por si el Celta cediera alguna contra. Del carrusel de cambios salió un Celta a la intemperie en defensa, con tres zagueros, Oubiña por delante, y gente a mansalva en campo enemigo, pero el tiempo escaseaba. Con todo, el Celta tuvo la oportunidad que demandaba en el suspiro final, en un disparo de Perera, que encaraba solo a Lafuente, pero se le fue alto, y hasta el empate se le negó al equipo que puso el juego, algo no tan raro en el caprichoso mundo del fútbol.
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