Las alertas de Ayala
Francisco Ayala se despertó ayer en un país muy distinto a aquel que le vio salir, en medio de la Guerra Civil, a un exilio incierto en el que él, dejando pero nunca olvidando la Ciencia Política a la que se dedicó antes del conflicto, fabricó una nueva literatura y una teoría sobre la libertad basada en su experiencia y en su convencimiento de que sin ética ninguna libertad es posible. Los que han organizado su centenario han tenido el buen acuerdo de montar una serie de conferencias en las que precisamente se va a hablar de la libertad. A los cien años, el autor de Recuerdos y olvidos sigue contribuyendo a que este país viva una historia más esclarecida, más relacionada con las virtudes civiles que con el exabrupto. Esa pasión suya por la libertad tiene hoy alrededor algunos contrapuntos a los que también se ha referido el centenario intelectual con aguda preocupación. Para él vivimos en unos tiempos desastrosos desde el punto de vista de la convivencia política, y eso hace que las libertades civiles se vayan erosionando; los políticos se pierdan entre sí el respeto básico para cualquier construcción civil, y algunos valores republicanos, relacionados con la moralidad en la gestión de lo público, muestran un deterioro alarmente. En ese contexto no es extraño que el lúcido maestro lleve alertando desde hace meses sobre el clima que viven sus conciudadanos. Ayer fue un día especialmente feliz para él; por la noche los Reyes le agasajaron en la Biblioteca Nacional y la jornada además le amaneció soleada y feliz. Saludable, Ayala sigue dando lecciones de vitalidad civil y democrática, y además lo sigue haciendo atento a lo que sucede a su alrededor. Jamás estuvo ausente, ni cuando estuvo fuera de su patria. Siempre lo demostró.
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