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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Macrobotellón'

La convocatoria juvenil, fundamentalmente a través de Internet y los mensajes de móviles, para hoy noche en diversas ciudades de España de macrobotellones está dando pie en exceso a declaraciones, análisis e interrogantes de toda clase. Probablemente es eso lo que pretenden los anónimos convocantes: notoriedad para llamar la atención sobre algunos problemas reales de la juventud, no siempre bien entendida por sus mayores, o simplemente reivindicar el muy justo derecho al ocio. Ahora bien, los límites de ese derecho acaban cuando se traspasa el de respetar el del resto de la ciudadanía a no ser perturbada con el ruido -algo, por cierto, sobre el que en este país sigue existiendo gran permisividad- o con la suciedad que reporta el jolgorio.

La fiesta arranca de un encuentro que los estudiantes de Sevilla celebraron con bastante éxito semanas atrás. A partir de ahí otras ciudades andaluzas propusieron emularla y otras más del conjunto del país decidieron seguir el ejemplo. Todo ello a través de esas increíbles herramientas de rápida comunicación que son el chat o el móvil. El objetivo, sobre el papel, es determinar dónde hay más poder de convocatoria lúdica en torno a la botella. A priori, no hay, pues, que dramatizar la circunstancia, aun cuando parece acertado que la ministra de Sanidad, Elena Salgado, haya aconsejado a los padres de menores a persuadirles para no acudir a las concentraciones y haya invitado a los propios jóvenes a que reflexionen sobre si el mejor divertimento que tienen es el consumo de alcohol. Las estadísticas en eso son contundentes: un 38% de jóvenes entre 14 y 18 años bebe regularmente en España y se registra un preocupante incremento del consumo de bebidas alcohólicas en esa franja de edad.

Es evidente que el uso y abuso del botellón es debido en gran medida a la inaccesibilidad de la mayoría de los jóvenes a los costosos lugares de ocio. Pero ello no supone que deba alentarse. En realidad, el fenómeno está ya regulado con ordenanzas en diversas comunidades, empezando por Madrid (en otras está en trámite de ley), así como con un paquete de restricciones nacionales bastante claras aprobadas por el anterior Gobierno del PP. Así pues, resulta un tanto incongruente que algunas alcaldías manifiesten su desconcierto sobre cómo deben responder a la cita de hoy. En la capital del Reino, su regidor, Ruiz-Gallardón, lo tiene claro y ha dado instrucciones para que se extreme el control policial. La dificultad está en aplicar la ley con cordura, pues los abusos encienden la mecha.

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