De casa
Frank Peter Zimmermann y Christian Zacharias son como de casa, están a gusto en Madrid y se les nota. Se enfrentaron esta vez a cuatro sonatas mozartianas de diverso aliento: las K301, 377, 454 y 481. Zimmermann, ya sabemos, es tan poco espectacular como musical, y hace de su estupenda técnica un vehículo natural para la expresión, sin forzar jamás la línea y sin conceder nada a una galería que sería la primera extrañada en verle sacar los pies del tiesto. Zacharias es la brillantez inteligente. En estas obras el piano no es un elemento auxiliar y su importancia es igual a la del violín, con lo que, para traducirlas adecuadamente hace falta un teclado de muchos quilates. Y el suyo los luce. Todo el recital alcanzó el sobresaliente, con un punto culminante tal vez en la Sonata en si bemol mayor, con su diálogo tan explícito, con su vuelo ya tan romántico, que Zimmermann y Zacharias trataron como una conversación en la cumbre.
Liceo de Cámara
Frank Peter Zimmermann, violín. Christian Zacharias, piano. Obras de Mozart. Auditorio Nacional. Madrid, 14 de marzo.
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