Baño de nostalgia en Nueva York
A falta de un presente de auténtico glamour, Nueva York sigue viviendo de la nostalgia del pasado. ¿La prueba? Una fiesta conmemorando el 40º aniversario de la Black and White Ball que organizó Truman Capote en el hotel Plaza en 1966. Aquel evento pasó a la historia por la calidad de los detalles y la presencia de toda la alta sociedad neoyorquina de la época. Además, actrices como Lauren Bacall o escritores como Scott Fitzgerald -sin duda con más clase que las
Sarah Jessica Parker o los James Fray de hoy- bailaron en el mítico salón del Plaza vestidos estrictamente en blanco y negro y enmascarados. Claro que la ciudad, entregada sin pudor a la industria inmobiliaria, ya ni siquiera tiene un hotel Plaza en el que conmemorar aquel aniversario. Reconvertido en un edificio de apartamentos que costarán hasta 33 millones de dólares cada uno, sus últimos restos fueron vendidos ayer en una subasta en Christie's que atrajo la atención de miles de neoyorquinos. Lo más importante ya se había subastado el año pasado y quedaban las migajas: candelabros, espejos, tazas de té con el símbolo del Plaza reinterpretado por Óscar de la Renta o las zapatillas de Eloise, una de las inquilinas más célebres del hotel, cuyo precio de salida eran 400 dólares. Christie's decidió organizar el martes la fiesta de conmemoración de la de Capote en sus salones del Rockefeller Center y decorarlos con los objetos que se vendían. Entre los 700 invitados había algunos que ya habían acudido a la original, como Wendy Vanderbilt, de una de las familias nobles de la ciudad. Los organizadores no quisieron caer en el famoseo fácil e invitaron a la gente verdaderamente poderosa, la que no suele aparecer en las revistas. Aun así, hubo algunos nombres conocidos entre el gran público, como el del artista Jeff Koons o el diseñador Bobbi Brown.-
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