Al ex dirigente yugoslavo le quedaban todavía 50 días de jucio

La extensión del proceso contra Milosevic, que debía concluir en primavera, ha sido uno de sus extremos más controvertidos. Entregado por las autoridades serbias en el año 2001, se sentó por vez primera en el banquillo de los acusados en febrero de 2002 pero todavía le quedaban 50 días de juicio. Cuatro años después, no habían comparecido todos los testigos.

Al ser preguntada por el efecto de tantas sesiones sobre la salud del ex presidente yugoslavo, la fiscal general Carla del Ponte no dudó un segundo. Dijo que no había sido demasiado largo. "Ha habido 466 vistas ante los jueces con 295 testigos y 5.000 pruebas documentales. Piensen que pesaban contra él 66 cargos por genocidio y crímenes de guerra y contra la humanidad, cometidos a lo largo de 10 años. Y sólo comparecía cuatro horas diarias tres veces a la semana".

El fallo no era esperado hasta el año próximo. "Tuvo el mismo tiempo que la acusación para defenderse. No es un proceso con una sentencia y nada más. Hay que darles a las víctimas la verdad de lo ocurrido. Ése era el mandato recibido de la ONU", recordó la fiscal. Su lamento por la desaparición de Milosevic fue puramente jurídico. Lo sentía en nombre de los 250.000 fallecidos, los miles de deportados y las familias de las víctimas en las guerras que desintegraron la antigua Yugoslavia. "Pero seguimos adelante. A finales de año comenzará el juicio contra 8 imputados por la matanza de Srebrenica. Esto no se acaba aquí. Probaremos el genocidio en otros juicios contra otros acusados".

Poco dada a exteriorizar sus sentimientos, la jurista tuvo un recuerdo para la familia de Zoran Djindjic, el primer ministro reformista serbio que entregó a Milosevic al TPIY. Ayer se cumplía el tercer aniversario de su asesinato y Del Ponte le elogió sin reparos. "Mostró el valor necesario para traerlo y que le juzgaran. Ayudas así son las que necesitamos".