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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lírica de la luz

La luz es una condición necesaria para la visibilidad y, por tanto, algo esencial en las artes plásticas. Por eso, Leonardo da Vinci o Goethe, entre otros muchos, investigaron sobre su naturaleza y sus efectos. Pero la luz puede ser entendida también, con independencia de su entidad corpuscular, como un material en sí misma y no como simple agente que hace visible lo material. En este sentido, artistas como Lázló Moholy-Nagy, en los años veinte, o Dan Flavin y James Turrell, en los sesenta y setenta, han sido pioneros en el desarrollo de obras que, sirviéndose de la electricidad, han hecho de la luz materia plástica.

A pesar del éxito indiscutible de estos y otros muchos artistas en el manejo de la luz eléctrica y sus aplicaciones tecnológicas, que hoy permiten producir matices y gradaciones de color, intensidad, luminosidad, brillo, reflejo, etcétera, ni los medios tecnológicos empleados, como ha sucedido con el vídeo, ni la luz en cuanto material plástico han logrado constituir alguna de las múltiples tendencias o modas de la contemporaneidad, así las cosas, un artista como el suizo Christian Herdeg (Zúrich, 1942) parece quedar descolgado en el ficticio panorama del arte actual, al trabajar con la luz como material.

CHRISTIAN HERDEG

Galería Salvador Díaz

Sánchez Bustillo, 7. Madrid

Hasta el 10 de abril

Merece la pena olvidarse, por unos instantes, de las corrientes y las modas del arte y contemplar en silencio la luz de estas obras. Incluso contemplarlas no como obras de arte sino como fenómenos perceptivos, tal como se hace con las llamas de una chimenea. Frente a los efectos verbeneros y discotequeros en los que tan frecuentemente caen las obras que deben competir por reclamar la atención del público, estas piezas no son casi nada, a penas un halo de luz coloreada. Pero, si somos capaces de despojarnos de prejuicios y atavismos en el momento de contemplar la luz que emana de estas obras tal vez no consigamos ningún conocimiento ni seamos más libres, como asegura Platón en el mito de la caverna, pero sí podemos empezar a apreciar las cualidades estéticas y a situar estos fenómenos lumínicos en el mundo del arte.

Herdeg utiliza formas primarias, como círculos y rectángulos que ofrecen perfiles nítidos, lo que le sitúa en el ámbito del minimalismo, pero la luz, con sus matizados colores producidos por la vibración de gases argón y neón hacen que esa geometría pierda frialdad y rigidez y se tiña de lirismo. Es en esa clave de abstracción lírica y de ensoñación poética en la que estas formas geométricas, unos grandes círculos construidos con materiales sólidos, se hacen ingrávidos mientras que la luz, que surge como un halo alrededor suyo, cobra presencia física antes de desvanecerse por la pared.

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