El Barça no hizo faltas cerca del área ni cedió un solo córner

La estadística era clarificadora. Antes de enfrentarse al Barça en octavos, el Chelsea había marcado siete goles en la Champions. Pero sólo uno de ellos nació tras una jugada elaborada. Así, dos tantos ingleses llegaron mediante faltas indirectas; uno de córner y otros tres tras robar el balón y lanzar un contragolpe. El cometido azulgrana, consecuentemente, era robar la pelota en la primera o segunda línea de presión para evitar jugarla cerca de Valdés.

Los tres medios del Barça, Deco, Edmilson y Motta, se fajaron en barrer el centro del campo, en borrar al ofensivo Lampard y a su gregario de lujo: bien Robben o bien Gudjohnsen. También ayudó Puyol cuando merodeaba por la medular y Edmilson le cubría las espaldas. La orden era apretar, incomodar al rival cuando tenía el balón en los pies y robárselo en la primera o segunda línea de presión. Si bien eso no implicaba hacer faltas, Motta cometió cuatro; Deco, tres; Puyol, dos y Edmilson, una. Pero esa instrucción era la subordinada de la primordial. "No quiero ninguna falta al borde del área. Y vamos a tratar de evitar los saques de esquina", expresó el técnico azulgrana, Frank Rijkaard, antes de saltar al césped. Dicho y hecho: cero faltas cerca de Valdés y cero córners en contra.

"La principal arma del Chelsea son las faltas laterales y los córneres y lo comentamos con los jugadores", explicó ayer Eusebio, ayudante de Rijkaard. "Y no permitimos al Chelsea llegar por las bandas, evitamos las faltas peligrosas y no regalamos córneres. Lograr eso es muy difícil y habla mucho del grado de concentración de los jugadores".