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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Desidia en cadena

Tres juzgados diferentes, dos cuerpos policiales y los servicios sociales de dos administraciones distintas han tenido conocimiento de los malos tratos que recibía una niña de cinco años, y entre todos han sido incapaces de evitar que recibiera una brutal paliza del compañero sentimental de la madre e ingresara el sábado pasado en un hospital de Barcelona, con un grave traumatismo craneoencefálico que la tiene entre la vida y la muerte.

La niña había ingresado en ese centro por primera vez el 18 de diciembre pasado con diversas fracturas, en un caso evidente de malos tratos. La denuncia presentada por el hospital debería haber activado los mecanismos de protección que las leyes establecen, y que en este caso deberían haberse aplicado con especial diligencia, habida cuenta de la extrema vulnerabilidad de la víctima. Pero no sólo no se activaron, sino que el caso se enmarañó en un cúmulo de despropósitos que han puesto en evidencia no sólo las deficiencias de una justicia terriblemente lenta y excesivamente burocratizada, sino la dramática falta de sensibilidad de un buen número de funcionarios públicos y agentes de justicia que no supieron ver la gravedad de la situación ni actuar en consecuencia. El caso no debe cerrarse con una nueva lamentación y nuevos propósitos de enmienda. Debe servir para revisar a fondo los mecanismos de actuación judicial y los protocolos de los servicios sociales, además de depurar las responsabilidades pertinentes.

¿Cómo es posible que habiendo sido presentado al juzgado un parte facultativo fechado el 19 de diciembre no se inste la investigación policial hasta el 25 de enero? La madre imputaba inicialmente los malos tratos al padre biológico de la niña, pero éste no ha sido detenido hasta el 4 de marzo, cuando ya la pequeña había sido agredida por el actual novio de la madre. En todo este tiempo, ni la policía, ni los jueces, ni los servicios sociales han tenido en cuenta que la niña convivía con un maltratador sobre el que ya pesaba una orden de alejamiento de su ex esposa, precisamente por malos tratos. Y ni siquiera se han activado las alertas cuando ésta hizo constar ante la policía que la hija que tiene con el agresor, de seis años, le había relatado cómo su padre amordazaba a la otra niña y la sometía a crueldades infames. Lo grave de este asunto no es sólo la acumulación de fallos en cadena. Lo espeluznante es la indiferencia reflejada en tan diversos ámbitos teóricamente protectores.

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