Una lacra en los estadios
Los estamentos futbolísticos han incumplido buena parte de las medidas del protocolo contra el racismo impulsado por el Gobierno
Eto'o estuvo a punto de plantar a La Romareda por no soportar más que le tildaran de mono; Kameni, meta del Espanyol, ha sufrido agresiones similares por parte de hinchas del Málaga y de su propia afición. Los radicales del Atlético se mofaron hace dos semanas de Zabaleta, el joven seguidor de la Real, muerto hace años a manos de ultras rojiblancos. Estos escenarios no son aislados en el fútbol español que ha avergonzado a toda Europa con episodios como el del seleccionador Luis Aragonés, que intentó animar a Reyes llamando "negro de mierda" a su compañero de club Thierry Henry. O el paradójico caso de un grupo de fanáticos que en un choque contra el racismo celebrado en el Calderón quemó una pancarta a favor de la integración.
La mayoría de las Ligas más importantes de Europa, especialmente la inglesa, la alemana y holandesa, han resuelto los brotes de xenofobia con un plan contundente del Gobierno y con la complicidad de los clubes. La Secretaría de Estado para el Deporte dio un primer paso hace un año al aprobar un protocolo para frenar el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el fútbol, suscrito por la Federación, la Liga, los clubes, los árbitros y los sindicatos. Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, calificó esa jornada de "día grande. La lucha va en serio", dijo.
Seis meses después, Lissavetzky compareció en el Senado para hacer un primer balance de la aplicación del protocolo y pintó un panorama negativo. La Federación, la Liga y los clubes incumplieron su promesa de aplicar medidas disciplinarias y sensibilización para prohibir y prevenir la difusión de mensajes, símbolos o consignas xenófobas. Ni tampoco lanzaron mensajes por megafonía condenando el racismo. Las únicas notas positivas fueron, además del Barça, el firme compromiso del Racing, y que ahora los jugadores se saludan cuando saltan al césped, como ocurre en torneos internacionales.
Esteban Ibarra, del Movimiento contra la Intolerancia, sostiene que no se ha cumplido ni uno solo de los 31 artículos del protocolo. "El ciclo de gestos se ha acabado y el Gobierno tiene que poner orden. El problema de fondo son la presencia de grupos ultras, que promueven el racismo y el odio y contaminan la grada. El Gobierno, con la Ley del Deporte y el Código Penal en la mano, puede acabar con eso", señaló Ibarra que lamentó la presencia en las gradas de algunos estadios de banderas nazis y preconstitucionales. Javier Duran, del Observatorio contra el racismo, el ente público responsable de velar por la aplicación del protocolo, es más optimista. Apunta avances y no desdeña la política de gestos. "Pueden parecer superficiales pero los saludos entre jugadores son importantes", dijo recordando el acto contra el racismo en el último encuentro de la selección o los pasos del colectivo Aficiones Unidas que intenta tender lazos entre aficiones rivales.l mundo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.