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Columna
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Cuentos chinos

En la antigüedad, era frecuente que los acontecimientos se anunciaran mediante fenómenos sobrenaturales. Las palabras misteriosas que una mano escribía en la pared, o la aparición de una nueva estrella en el firmamento eran indicios de que sucedería algo importante. Si uno pretendía estar informado, debía atender a estas señales e interpretarlas, lo que no siempre resultaba fácil, ni estaba al alcance de todo el mundo. Por fortuna, las cosas han cambiado y ya no es preciso que nos pasemos el día oteando el cielo: basta ojear el periódico cada mañana. Si observamos, por ejemplo, que los políticos empiezan a formular promesas, deducimos de inmediato que se acerca un periodo electoral.

A cada oferta de los seguidores de Zaplana, le sigue una de los afines a Camps

En las últimas semanas, hemos podido constatar que los diarios alicantinos vienen cargados de promesas, una señal inequívoca de que se acercan las elecciones municipales. Como el Partido Popular se encuentra dividido en dos facciones, los alicantinos disfrutamos, en esta ocasión, de doble ración de promesas. A cada ofrecimiento que realizan los seguidores de Eduardo Zaplana, le corresponde una oferta de los afines a Francisco Camps. Los socialistas no han prometido nada, por el momento, pero todo se andará. Es cuestión de esperar a que cicatricen las heridas de su reciente crisis y encuentren un candidato. Entonces, se verá.

El primero en romper el fuego -un fuego amable y figurado, claro está- fue el presidente de la Diputación, José Joaquín Ripoll, quien prometió un auditorio para la ciudad. Ripoll tuvo la habilidad de hacer suya una promesa incumplida de los socialistas y darle una apariencia de realidad. A partir de ese momento, se han multiplicado en la prensa las informaciones sobre el auditorio, que le han producido a Ripoll unos réditos magníficos. Como alguien hiciera notar que un auditorio sin orquesta no alcanza todo su esplendor, se prometió una. Lo cierto es que se ofreció una orquesta como se podían haber ofrecido dos, porque no se dijo una palabra sobre plazos ni, mucho menos, se habló de presupuestos. Pese a este brindis al sol tan evidente, no son pocos quienes creen que Alicante dispondrá de una sinfónica en un futuro próximo.

Ante esta jugada impecable de los zaplanistas, Díaz Alperi, que ha expresado su deseo de repetir como candidato a la alcaldía, estaba obligado a contraatacar. El palacio de congresos hubiera podido ser su baza, pero no parece que el viento sople favorable para el palacio de congresos. En todo caso, le falta fuerza a ese viento y, tras los cambios habidos en el grupo municipal socialista, nadie sabe qué sucederá. Los plazos se alargan, afloran los problemas y todo indica que el proyecto deberá esperar. En esta situación, Alperi necesitaba un buen asunto, para airearlo en la prensa. Debía de ser, naturalmente, un asunto llamativo, que atrajera de inmediato la atención. Pensado y hecho: el alcalde ha anunciado que un grupo de empresarios chinos visitará próximamente Alicante, con la intención de buscar terrenos para construir una ciudad temática, Chinacity. "Se non é vero, é ben trovato".

¿Por cuál se inclina usted, amigo lector, por el auditorio de José Joaquín Ripoll o por la ciudad china del señor Díaz Alperi? Yo, si se me permite la opinión, prefiero desde luego, la ciudad china. Si se tiene la inteligencia de construirla junto a la Ciudad de la Luz, el resultado será magnífico y veremos rodarse allí grandes superproducciones internacionales. La música, claro está, a cargo de la Sinfónica de Alicante.

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