Hace 25 años

Hace 25 años, mi padre me llevaba con él a Cibeles, a una reunión del sindicato. Yo tenía 16 meses, justos. Siempre he pensado que recordaba luces y sirenas por el paseo del Prado, Alcalá, Cibeles... aunque me dicen que seguramente me hice una idea de la historia que tantas veces me han contado. Formo parte de esa mitad de la población española que no había nacido o era menor de edad hace 25 años.

Es cierto que conozco las imágenes de aquel intento de golpe de Estado por televisión, pero no me incluyo en ese grupo de gente que su periódico opina que considera esas imágenes anacrónicas y grotescas. O no he entendido muy bien esta afirmación o quiere decir que esas generaciones toman una distancia excesiva con ese momento histórico sin valorar lo que significó y la importancia que todavía tiene. Lo grotesco de esas imágenes es, sin duda, sus protagonistas, que, arma en mano, entraron en el templo de la palabra. Pero algunos de esos menores de edad de entonces no consideramos grotesco ese momento histórico, quizá porque nos interesa conocer nuestro pasado; pero, sobre todo, porque hay quien se ha preocupado de enseñárnoslo mediante sus relatos. Ése es el legado más importante que me dejan mis padres: su memoria, sus historias.

Es verdad que existe una cierta cantidad de gente que habla de aquel momento con una distancia que asusta. Pero mi opinión es que la generalización que su periódico hace no es justa para otros, entre los que me incluyo, que valoramos la lucha de las anteriores generaciones y valoramos esos momentos históricos que pudieron volver a "hundir a nuestro país" (esa expresión tan usada), pues pensamos que la memoria es una forma de evitar que ocurran de nuevo estas cosas. Quizá no era ésa su intención, pero quiero decir que el individualismo, la frialdad y el distanciamiento respecto a estos y otros hechos no ha alcanzado a todos.