"Ha sido maravilloso empezar con una guitarra y acabar haciendo óperas"
Elvis Costello (Londres, 1954) odia aburrirse. Y en su lucha por evitarlo ha explorado todos los géneros del vocabulario musical. Rock, country, reggae, jazz, clásica, ópera... A lo largo de casi 30 años, Costello se ha construido una sólida y camaleónica carrera marcada por una constante: la capacidad para sorprender. Su curiosidad le ha llevado también a colaborar con músicos tan diversos como Paul McCartney, The Brodsky Quartet, la Charles Mingus Orchestra o Burt Bacharach, aunque sus colaboradores más asiduos hayan sido los miembros de la banda The Attractions.
Incansable y siempre dispuesto a superarse a sí mismo, esta semana ha salido a la venta en Estados Unidos su álbum My flame burns blue, un disco en directo grabado junto a la Metropole Orkest en el North Sea Jazz Festival de La Haya en el que Costello revisita antiguos éxitos como Watching the detectives pero con arreglos específicos para esta orquesta de jazz, la única con una sección permanente de cuerdas. También se incluye un disco extra con una suite extraída de su composición Il sogno, un trabajo realizado por encargo de la compañía de danza italiana Arteballetto. Y en mayo editará The river in reverse, un disco grabado junto al legendario músico y productor de Nueva Orleans Alan Toussaint, con el que ambos han querido homenajear a la ciudad destruida por el huracán Katrina y marcada por el abandono del Gobierno estadounidense.
"Tengo la sensación de que se va a dejar morir una parte de Nueva Orleans" "Nunca he podido pararme a hacer el mismo tipo de música durante mucho tiempo"
Pregunta. ¿Cómo surgió la idea de hacer un disco-homenaje a Nueva Orleans?
Respuesta. Coincidimos varias veces en Nueva York tras el huracán Katrina en los diversos conciertos que se organizaron para recaudar fondos para músicos como él, que perdieron su casa durante las inundaciones. Habíamos colaborado un par de veces en el pasado y al encontrarnos decidimos volver hacerlo.
P. ¿Qué tipo de temas han grabado?
R. La mitad son temas suyos antiguos y la otra mitad los hemos escrito juntos y hacen referencia a los últimos eventos. Algunos son alegres y otros son más reflexivos. Pero Alan siempre insistió en que teníamos que hacer canciones y no discursos políticos. Lo curioso es que muchos de los temas clásicos de Alan que decidimos grabar son actuales, aunque los escribiera hace 30 años, como Freedom of a stallion, un tema que habla de la dignidad, sin duda algo que el huracán Katrina puso en evidencia.
P. ¿La música es la mejor medicina para Nueva Orleans?
R. No. Obviamente, tiene un papel esencial: demostrar que las tradiciones van a seguir y son importantes, pero la música no le va a devolver la salud a Nueva Orleans. No puede suplir la necesidad de que los responsables públicos recuperen y reconstruyan la ciudad y le den unos niveles mínimos de seguridad a sus ciudadanos para que sientan que el Katrina no se va a repetir el próximo verano.
P. Su disco es el primero que se ha grabado en esa ciudad tras el huracán. ¿Cómo vivió su estancia allí?
R. Estuve a finales de noviembre y la verdad es que aquello era la devastación absoluta. Es un poco indignante pasearse por allí y ver casas y casas abandonadas a su suerte y nadie trabajando en arreglarlas. Tuve la sensación de que se va a dejar morir una parte de la ciudad para poder reconstruirla metiendo gente diferente, con más dinero, con una visión más cínica de la vida. Gente que no pertenece a la ciudad y eso hará que Nueva Orleans pierda parte de sus tradiciones. Ésa es mi visión. Alan piensa que la voluntad de la gente por volver al lugar al que pertenece será más fuerte que cualquier maniobra comercial y económica.
P. Respecto a My flame burns blue, ¿qué buscaba con esta reinterpretación de sus temas?
R. A lo largo de mi carrera he tenido muchas oportunidades de tocar con diferentes grupos con los que no he tenido que utilizar mi guitarra. Canciones que quizá sí nacieron de una guitarra pero que una vez adaptadas a orquestas sinfónicas o de jazz han adquirido una vida propia sin ella. My flame burns blue son todas esas experiencias, esas adaptaciones, reunidas en una sola noche con esta orquesta holandesa.
P. ¿Es un disco accidental o premeditado?
R. Accidental. Esto es lo bonito de los festivales. Yo no tenía planeado hacer un álbum pero la radio pública holandesa pensaba grabarlo. Nosotros tocamos sin ningún nerviosismo, porque no pensábamos en la responsabilidad de grabar un disco, nos relajamos y nos divertimos, fue un concierto del que disfrutamos mucho. Más tarde, al escuchar la grabación, decidimos que podíamos hacer un álbum de ella.
P. ¿Cuál es el motor que le mueve musicalmente?
R. La curiosidad y el placer de tocar con músicos diferentes. La curiosidad es lo que me ha llevado a explorar más allá de mis primeros sonidos. Ha sido una experiencia maravillosa empezar con una guitarra y acabar haciendo óperas. Me encanta tener la posibilidad de hacerlo; además, creo que sería un loco si rechazara oportunidades como la que me ofrecieron, por ejemplo, para hacer Il sogno.
P. Cuando empezó, en plena explosión del punk en el Reino Unido, no era usual que los artistas fusionaran géneros musicales pero ahora parece la norma. ¿Se siente usted un pionero?
R. No, lo que ocurre es que nunca he creído en la limitación de la imaginación musical. Siempre me interesaron todas las músicas. Y nunca he podido pararme a hacer el mismo tipo de música durante mucho tiempo. Prefiero no etiquetarme. Las etiquetas están ahí para que el público no se confunda pero yo creo que la mayor cualidad que tiene la música es la humanidad.
P. ¿Qué quiere decir?
R. La humanidad, las ideas musicales. Los pájaros cantan pero nosotros tenemos la mayor variedad de invenciones musicales. Utilizamos la música para hacer cosas más interesantes que ninguna otra especie que haga música. La usamos para atraer al sexo contrario, para comunicar tristeza, para rezarle a las fuerzas divinas en las que creemos... expresamos nuestra humanidad con ella.
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